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Nosotros, ya no somos los de antes

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Tomo el título de la columna que mi amigo Carlos Ortiz Tejeda publica cada lunes en La Jornada para abrir este tema sobre los jóvenes de los setenta, que forjaron la estructura de la actual Universidad Autónoma de Coahuila.

Y es que este martes, al estar presente en la elección del nuevo rector de la U.A. de C., Blas Flores, me vino a la mente esos recuerdos, de algunos jóvenes, que hoy ya no lo son, pero que en su momento lucharon por lograr esa autonomía para nuestra Casa de Estudios Superiores.

En aquellos años, la juventud estaba desbocada. Acababa de pasar el movimiento del sesenta y ocho y los jóvenes permanecían en una rebeldía constante, sobre todo contra lo que fuera "autoridad".

Pero a diferencia de los tiempos modernos, lo hacíamos con la cara descubierta. Todo mundo sabía quiénes lideraban el movimiento de autonomía, por más de que algunos de ellos sean hoy prominentes políticos o buenos empresarios o profesionistas.

Baste mencionar sólo algunos casos para dar muestra del interés por tranformar el entorno social que existía por aquellos días.

Recuerdo con especial afecto a hombres como Salvador Jalife, líder de Medicina, junto a Rubén Darío Martínez y Manuel Estrada; en Derecho a Fernando Todd, Luis Fernando Salazar, Enrique Huber y hasta maestros inolvidables como Manuel García Peña, Jorge Mario Cárdenas y Antonio Alanís, que apoyaban con ideas y orientaban el rumbo del movimiento.

En Saltillo figuraban personajes como Óscar Pimentel, Jorge Peart, Mario Arizpe y Pablo Reyes así como el sacerdote jesuita el padre Nieto. Y por San Pedro, andaba Javier Guerrero.

El movimiento estalló, un mismo día y al mismo tiempo. Y culminó, con un manotazo del gobernador Gutiérrez y la firma del decreto de autonomía, en una larga mesa del Palacio de Gobierno.

¿Y ahora qué hacemos?, era la pregunta que todos nos hacíamos y la respuesta era obvia: había que elaborar un Estatuto Universitario.

Nos dimos a esa tarea durante dos años que íbamos y veníamos da Saltillo; reunidos en las sesiones que en ocasiones duraban hasta la madrugada.

Los debates eran intensos y muy formativos. Era aleccionador escuchar a oradores como Armando Fuentes, argumentando sobre el futuro de la universidad.

A Manuel García Peña, exponiendo sobre la conveniencia de incluir instituciones francesas, como la doble vuelta, para elegir al rector.

Debates intensos sobre la forma de titulación en la institución y la manera de integrar los Consejos Directivos en las escuelas y facultades.

Pero siempre de frente, responsabilizándonos por las ideas y cosas que ahí se decían. La cara descubierta era símbolo de honestidad y a nadie se le ocurría llegar embozado.

Los tiempos han cambiado y ahora todo mundo se esconde cuando formula una protesta.

Dar la cara y poner el pecho, por si hay que morir por un ideal.

Los tiempos han cambiado y nosotros ya no somos los de antes, pero seguimos manejando ideas y propuestas para mejorar nuestro entorno y asumimos la crítica que se nos haga, así venga de autores anónimos como los que suelen usar Internet para ello.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".

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