VAN GOGH, FILADELFIA Y LA PSIQUIÁTRICA AMERICANA
Por lo comentado en mi última columna, nos damos cuenta que existe en el presente una corriente mucho muy importante para evaluar, explorar y rescatar los aspectos religiosos y espirituales del ser humano en el área de la salud mental o de la salud en general, al reconocerlos como recursos fundamentales intrínsecos a cada uno de nosotros, que poseen un valor terapéutico indiscutible y que desgraciadamente, no siempre son valorados en forma adecuada, o en ocasiones, ni siquiera son tomado en cuenta en las evaluaciones clínicas de nuestros pacientes. Es importante distinguir entre lo que significa la religiosidad, el fanatismo o la espiritualidad, que son definitivamente áreas muy diferentes, que han marcado la historia del ser humano a través de los siglos, como parte de los dogmas, las creencias, los estilos y los rituales de cada religión que ha existido y que siguen presentes en nuestros días. Se trata de diferenciar esas experiencias personales o públicas relacionadas con sensaciones internas e intensas que cada ser humano puede albergar dentro de sí, y que le da precisamente esa característica mística y especial de fe y de comunicación con Dios que podemos definir como espiritualidad, y que puede o no estar vinculada con alguna de las religiones existentes en nuestros días.
Al proseguir con este tema en el muy interesante simposio denominado "La espiritualidad integrada en la práctica clínica y en la psicoterapia", el Dr. Walid Sarhan de Jordania, se refirió a una serie de conceptos relacionados con el Islam, que definió no sólo como una religión que actualmente representa una cuarta parte de la población mundial, sino que la consideró además como un estilo de vida, Para ejemplificar dichos conceptos, el Dr. Sahan utilizó tres casos clínicos: el primero de un muchacho de 25 años con un trastorno de ansiedad generalizada, quien además de su tratamiento con el psiquiatra, también era orientado por un maestro sufí, a través de las oraciones guiadas; lo cual le ayudaba a tomar decisiones importantes, así como a desarrollar un sentimiento sagrado benéfico para su vida y su desarrollo. Para el segundo caso, se refirió a un fenómeno muy común, no sólo en la cultura árabe, sino en muchas otras culturas, inclusive como la nuestra, que es el fenómeno del "mal de ojo", que de acuerdo a las creencias populares, existen muchas personas que tienen la capacidad de hacer el mal con sólo la mirada. Este era el caso de una chica de 25 años, ama de casa, quien había tenido un aborto consecuente al "mal de ojo" y por lo mismo, acudió a un curandero en compañía de su esposo, a la vez que fue valorada por este psiquiatra. El tercer caso estaba relacionado con el llamado "jinn" en la cultura árabe, un concepto que trata sobre la creación de Dios convertida en una creencia generalizada que se refiere a una experiencia espiritual y sobrenatural, de algo que está escondido y es físicamente invisible, por lo que el ser humano no puede verlo, oírlo o tener relación con ello. Parecido a lo que comentaba el Dr. Moreira, se trata de personas que presentan experiencias visuales y auditivas semejantes a las alucinaciones, pero que realmente no presentan un trastorno psicótico. Es interesante compartir entonces la existencia de esta clase de fenómenos en diferentes culturas de nuestro planeta, en las que se mezclan elementos espirituales, religiosos y mágicos, que requieren de la ayuda complementaria no sólo del psiquiatra o del psicólogo, sino también del curandero, como una especie de tratamiento paralelo e integrado dentro del folklore y de la cultura en que se vive, y de acuerdo a las creencias y normas preponderantes. Ante tales razonamientos, el Dr. Sahan proponía que la educación médica debería orientarse más hacia la valoración, el reconocimiento y la integración de este tipo de aspectos psicológicos, culturales, sociales y religiosos, pero con una orientación mucho más espiritual, de la que hasta ahora se tiende a utilizar en la práctica de la medicina occidental (Continuará).