VAN GOGH, FILADELFIA Y LA PSIQUIÁTRICA AMERICANA
A pesar de que el Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) ya no se encuentra en el presente entre los primeros lugares en la lista de popularidad de los diagnósticos psiquiátricos de moda en México, y más bien ha sido opacado en cierta forma por otro tipo de diagnósticos como el trastorno bipolar, el autismo o los trastornos de la alimentación como la bulimia o la anorexia nerviosa, la realidad es que sigue siendo un trastorno vigente e importante dentro del área de la salud mental. Es verdad que en Medicina sucede periódicamente ese fenómeno de popularidad como una tendencia a diagnosticar con mayor frecuencia ciertos trastornos, estimulada quizás por una serie de factores, no necesariamente médicos, sino también de intereses económicos, políticos, de mercadotecnia, de publicidad en los medios de comunicación y de tantos otros. Así sucedía hace algunas décadas con el trastorno por déficit de atención, sumamente popular en las escuelas y diagnosticado por maestras y maestros entre los niños y adolescentes desde el jardín de niños hasta la secundaria y la preparatoria. Sin embargo, a pesar de que se le considera y diagnostica específicamente como un trastorno de niños y adolescentes, la realidad es que también se presenta con bastante frecuencia entre los adultos, lo cual desgraciadamente no siempre es detectado en la consulta médica y pasa desapercibido, se le confunde con otro tipo de trastorno o simplemente como rasgos especiales de carácter. Generalmente, en los congresos de la Asociación Psiquiátrica Americana, el TDAH sigue siendo un tema importante de discusión, especialmente en adultos como sucedió en Filadelfia.
Es interesante saber que este trastorno fue descubierto desde los inicios de 1900, diagnosticado inicialmente como una especie de encefalitis, lo que posteriormente dio lugar a que fuera etiquetado como un padecimiento neurológico, al que se denominó al principio como "Daño cerebral mínimo" y posteriormente como "Disfunción cerebral mínima" cuando no se pudo demostrar ninguna lesión cerebral. Conforme pasaron los años y se elevó el número de niños diagnosticados en esa forma, y consecuentemente se llevaron a cabo un mayor número de estudios en dicha población, se detectaron los cuatro síntomas principales que lo caracterizan, que son: impulsividad y agresión, hiperactividad, y la dificultad para concentrarse y mantener la atención, lo que determinó que ya para 1980, en el recién publicado Tercer Manual Diagnóstico y Estadístico de la Asociación Psiquiátrica Americana se le bautizara con el nombre que se ha generalizado en el presente, que es el de Trastorno por Déficit de Atención, que puede o no presentar asimismo hiperactividad. Originalmente, se creía que era un trastorno típico infantil, que se presentaba desde el nacimiento, o incluso las madres lo notaban durante el embarazo, cuando los bebés no dejaban de moverse a lo largo de ese período. Se pensaba asimismo que esos síntomas tan tormentosos para los padres, las familias, los maestros y la comunidad en general tendían a desaparecer en un alto porcentaje a la llegada de la pubertad, de modo que posteriormente sólo quedaban ciertos remanentes de ellos, en cuanto a la atención y la concentración. Sin embargo, han pasado ya más de 50 años desde que se llevaron a cabo una serie de estudios pioneros de grupos de estos niños y sus familias, a quienes se les dio seguimiento en hospitales y clínicas universitarias en ciudades como Montreal, Nueva York, Boston o en países como Nueva Zelanda, Holanda y otros tantos. Es muy interesante saber que obviamente, los chicos que formaron estos grupos inicialmente, crecieron, se hicieron adolescentes y posteriormente adultos, pero en un buen porcentaje, muchos de ellos se mantuvieron como integrantes de estos grupos de estudio, de modo que en el presente, ya como adultos, se han casado y han tenido sus propios hijos, y estos niños han permanecido como integrantes de estos grupos de estudio, parta proseguir precisamente con esa fascinante investigación. Curiosamente, los mismos investigadores y promotores de este proceso, también han envejecido o se han muerto, pero sus propios hijos o nuevos y más jóvenes investigadores y colaboradores han continuado con estos proyectos; los cuales naturalmente requieren además de elevadas aportaciones económicas, de mucha paciencia y gran disciplina, de mucha motivación, tenacidad y constancia tanto de parte de las familias y miembros de estos grupos, así como de los investigadores. Los resultados de tales estudios han cambiado en el presente la perspectiva que hoy tenemos de este trastorno.
(Continuará)