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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

VAN GOCH, FILADELFIA Y LA PSIQUIÁTRICA AMERICANA

(CUADRAGÉSIMA TERCERA PARTE)

Antes de las elecciones, para las que me tomé la libertad de hacer un paréntesis, comentaba sobre un tema tan socorrido como es el del trastorno por déficit de atención (TDAH) en los adultos, pero decidí hacer dicho paréntesis porque quizás en cierta forma en nuestro inconsciente colectivo, de uno u otro modo, ambos temas: partidos, candidatos, finanzas públicas, elecciones y TDAH suelen existir paralelamente en México, íntimamente desarrollados, quizás en mayor intensidad de lo que nos atrevamos a aceptar. Se comentaba hace dos columnas, que el TDAH en adultos, debido a su largo proceso de evolución desde la infancia temprana, suele asociarse a otros padecimientos psiquiátricos como son los trastornos depresivos, de ansiedad, adictivos, del control de impulsos y de personalidad entre otros. Pero me parece fundamental hacer énfasis en la combinación del TDAH con el trastorno de personalidad antisocial, a pesar de que ya lo había mencionado hace algunas semanas al referirme a su presencia en niños, porque se trata de una combinación nefasta, sumamente peligrosa y amenazante no sólo para el paciente y su familia, sino para la salud pública y para nuestra sociedad en general, por las repercusiones que tiene. Cuando en Psiquiatría se habla del trastorno de personalidad antisocial, no me refiero a la forma como se usa coloquialmente en cuanto a individuos que son retraídos, aislados, con dificultad para relacionarse con sus semejantes y para enfrentar los grupos y las actividades sociales, porque eso es lo que diagnosticamos como fobia social. La personalidad antisocial representa todo lo contrario, ya que se trata de individuos hombres o mujeres, que no sólo saben relacionarse perfectamente en los grupos sociales, sino que además tienen la labia, el carisma, la simpatía, el estilo atractivo, y los modales ideales para seducir, manipular, dominar, y obtener posiciones de superioridad y poder, desde donde serán capaces de abusar y violar todas las reglas, normas y contratos establecidos ya sea firmados o de palabra. Es ahí precisamente donde radica esa típica capacidad antisocial, la de ir en contra de todo lo establecido social y legalmente, en una manera por completo delictiva, sin importar los intereses de los demás, ni el daño que provocan o las repercusiones que generan a corto, mediano y largo plazo, lo mismo en una sola persona que en un grupo, o en la comunidad y la sociedad en general. Se trata de individuos egoístas y narcisistas, generalmente de un cociente intelectual alto, que sin embargo, mantienen todavía esas características del TDAH de impulsividad y agresividad que se han señalado anteriormente, lo que por un lado los mueve a actuar astutamente, pero aunque suene contradictorio, también determina que maniobren en forma burda y atrevida, sin importar las consecuencias ni la imagen que proyectan, especialmente cuando son capaces de posesionarse de puestos públicos. Traen ellos una carga genética que les provee desde su infancia de ciertos rasgos específicos, lo que asociado al tipo de padres, así como al estilo confuso de educación y disciplina en el hogar dentro de una muy sui géneris dinámica familia, les estimula desde muy temprano en la vida la adquisición de tales conductas delictivas, sin crear en ellos el desarrollo de una conciencia moral adecuada que les permita diferenciar el mal y el bien, por lo que carecen de sentimientos de culpa o de arrepentimiento con sus acciones, ya que siempre creen tener la razón. Curiosamente, se podría decir que se trata de características familiares que consciente o inconscientemente fomentan las primeras fases de la corrupción social en el desarrollo del niño y de la familia.

Me parece que este tipo de individuos que aparentemente florecen con mayor frecuencia en este mundo intenso que vivimos, estimulados quizás por nuestros nuevos estilos de vida que se han globalizado, forman un conglomerado de grandes proporciones en México, inclusive como un estilo de personalidad que culturalmente se pone de moda socialmente y no solamente es aceptado, sino inclusive admirado, elogiado, imitado e idealizado como iconos sociales, como hombres o mujeres "muy fregones". Sería interesante como ejercicio mental, mirar a nuestro alrededor y definir a cuantos individuos semejantes seríamos capaces de detectar (Continuará).

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