NUESTRA SALUD MENTAL
ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA.
VAN GOGH, FILADELFIA Y LA PSIQUIÁTRICA AMERICANA
(QUINCUAGÉSIMA PARTE)
Como médico, es muy fácil y natural equiparar lo que nos sucede socialmente a las grandes migraciones e invasiones de agentes patógenos, de virus, bacterias o parásitos que se infiltran y se acomodan en los diferentes tejidos, órganos y sistemas del cuerpo humano de la población en general, en esos casos de las extensas y virulentas epidemias que han asolado y diezmado a la humanidad a lo largo de su historia, epidemias que aún seguimos previniendo y de las cuales buscamos protegernos hasta el presente, como amenazas reales que ponen en riesgo nuestra salud, a pesar de los increíbles avances de la Medicina. Gracias a tales avances, es que ha sido posible el descubrimiento de cada vez mejores métodos de detección y diagnóstico de dichas amenazas, así como de fórmulas, vacunas, medicamentos y diversos métodos de erradicación y de tratamiento para combatir exitosamente tantos de estos agentes malévolos y dañinos. Y sin embargo, parecería que nuestros recursos sociales no están todavía lo suficientemente refinados y desarrollados para prevenir y combatir este otro tipo de agentes patógenos humanos, de tantas bacterias, virus y parásitos sociales que nos infiltran y rodean, de estos especímenes altamente peligrosos debido a sus poderes tóxicos y a su enorme voracidad y capacidad invasora y destructiva, que generan terribles e incontrolables epidemias en México. Desde su incubación y formación en las familias originales primeramente, para pasar después al tipo de instituciones educativas específicas en las que se siguen reproduciendo y desarrollando con esa virulenta combinación de rasgos de TDAH (trastorno por déficit de atención), pero especialmente y en mayor porcentaje los de personalidad antisocial, como se ha mencionado en las últimas semanas, estos agentes patógenos proseguirán su evolución y escalamiento a posiciones vitales en muy variados y diversos grupos sociales de nuestro país. Aunque se podría llevar a cabo un muy extenso y prolongado análisis de los diferentes grupos y áreas en las que se van a infiltrar o ya se han infiltrado, quizás demasiado repetitivo, me parece importante sobre todo el referirme principalmente a los grupos tope, a aquellos grupos fundamentales que manejan la dirección y los designios de México en todos los sentidos y que por lo tanto, forman esa cúpula social bajo la cual habitamos y nos cobijamos todos en este país. En ese sentido, tal cúpula viene a estar constituida por las clases, grupos y partidos poderosos que nos gobiernan, los cuales no necesariamente representan una mayoría democrática como rezan nuestros slogans maquillados, sino más bien una minoría que ha luchado cruentamente para apoderarse por todos los medios posibles de tales posiciones estratégicas. En los núcleos básicos de estos sistemas se originan toda clase de maniobras y artificios como los comentados anteriormente, convertidos en esas interminables batallas campales en las que todo se vale, en las que predominan las envidias, los celos, las rivalidades, los golpes bajos, las violaciones, los fraudes, el juego sucio, la descalificación de unos y otros; en donde sobreviven "los pinoleros", "esos que tragan más pinole sin atragantarse" y no necesariamente quienes poseen mejores atributos o están mejor calificados; donde triunfan los que se compran y se venden al mejor postor de acuerdo a las necesidades, las modas o los colores imperantes del día; donde se aprenden y ejercitan las mejores técnicas de manipulación, de engaños, de sobornos y de corrupción disfrazadas como declaraciones entre cándidas, estúpidas, incoherentes o irónicas, como parte todo ello de esa interminable y feroz carnicería en la que se ha convertido la lucha campal por el poder y por el dinero, como objetivos básicos y metas finales para la supervivencia de individuos y grupos semejantes. No es para nada extraño entonces, hablar de "huesos" o de "guesos" para roer pública o clandestinamente como premios de infiltración, constancia y obediencia, detrás de esa muy sabia y graciosa expresión coloquial mexicana, que corona las sienes de tantos de nuestros conocidos agentes patógenos (Continuará).