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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A.C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

VAN GOGH, FILADELFIA Y LA PSIQUIÁTRICA AMERICANA

(QUINCUAGÉSIMA SEGUNDA PARTE)

Ese ejemplo mencionado la semana pasada sobre el cierre del aeropuerto internacional de la ciudad de México para glorificar un desfile, es una más de las tantas experiencias entre improvisadas, impulsivas y mágicas que vivimos y soportamos los mexicanos en nuestra vida diaria, como ejemplos de lo que significa vivir en un país bastante impredecible y complicado, en el que es difícil adivinar la dirección en que se navega o hacia dónde nos dirigimos tricolormente. Creo que lo que sucede en el trasfondo de muchas de estas experiencias kamikaze, se relaciona precisamente con la presencia inequívoca de las miríadas de esos agentes patógenos infiltrados en nuestro sistema de administración pública que se encargan de jugar y manipular las cuerdas o las computadoras que encuentran a su paso sin bases suficientes, en forma apresurada, impulsiva, desorganizada y encaminada a saciar sus propios intereses, sin importar lo que nos suceda a los demás en el país. Su presencia aparentemente pública, pero también velada y discreta detrás de bambalinas o las más de las veces manipulados como títeres por ventrílocuos profesionales, les permite obtener puestos ejecutivos clave, de gran poder e importancia, en los que irradian ampliamente sus rasgos impulsivos, hiperactivos y antisociales o delincuentes que arrastran como parte de una herencia genética, así como de la influencia de un estilo de educación cuestionable, sobreprotectora, caótica y ausente de límites y disciplina recibida en sus respectivas familias o en esas instituciones educativas ya mencionadas, cuyos sistemas caóticos, desordenados y corruptos, encajan y se complementan perfectamente con sus orígenes familiares. Sin embargo, esos son solamente los primeros pasos y la evolución temprana de nuestros agentes patógenos, ya que posteriormente han tenido que recorrer un largo y fructífero sendero de capacitación y especialización en un sinnúmero de grupos y sistemas públicos o privados, en los que han aprendido y se han especializado en la ejecución de las cada vez más refinadas artes políticas mexicanas tradicionales que les permiten escalar y sobresalir exitosamente en el complejo, turbulento y truculento mundo de nuestro telenovelesco circo político mexicano de muchas pistas.

No podemos dudar que con tal intensidad y frecuencia de entrenamiento, muchos de nuestros agentes patógenos adquieran técnicas y maniobras increíbles que les otorgan una enorme y atinada pericia, sobre todo en lo que se refiere a las habilidades delictivas fuera de serie, con manos altamente capacitadas para llevar a cabo los más fantásticos actos de ilusionismo, prestidigitación y magia en los puestos públicos, en donde se desenvuelven como peces en el agua, mientras aparecen y desaparecen vorazmente todo aquello que sea viable y se encuentre a su alcance. En esa forma y con el paso del tiempo, de aprendices logran convertirse en maestros para aspirar y obtener su doctorado. A pesar de que suelen poseer una gran astucia, labia y olfato para llevar a cabo su "trabajo", desgraciadamente no siempre han sido dotados con buenas dosis de inteligencia, sabiduría, fineza, cortesía, buen trato o refinamiento, por lo que sus acciones, ideas, declaraciones o hasta presentaciones públicas, resultan burdas, artificiales, hipócritas, ridículas y poco confiables, ya que reflejan la fragilidad de sus escasos conocimientos y sus niveles mínimos de educación, destacando como artimañas completamente falsas, manipulativas, inadecuadas, incoherentes y sin ninguna base o sentido lógico en tantas de las ocasiones. Así lo vemos reflejado cuando aparecen en actos públicos, o a través de las imágenes que reflejan en la televisión o en la prensa, aún a pesar de los retoques y del maquillaje de la mercadotecnia, ya que en el momento en que abren la boca, son capaces de exhalar barbaridades o declaraciones inadecuadas o hasta estúpidas, sin importar la categoría del puesto público que representan. Es verdaderamente triste reconocer que individuos como éstos se encargan de manejar la sociedad y el país en que vivimos desde las cúpulas básicas sociales y gubernamentales, al convertirse en los modelos de hombres y de mujeres que nos representan, supuestamente porque nosotros mismos los hemos elegido mediante "un voto democrático", o simplemente porque pasivamente nos hemos encogido de hombros, hemos doblado el espinazo y así les permitimos contagiarnos y avanzar interminablemente en una epidemia que prosigue (Continuará).

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