ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
VAN GOGH, FILADELFIA Y LA PSIQUIÁTRICA AMERICANA
QUINCUAGÉSIMA SEXTA PARTE
Usualmente, la razón, la lógica y la experiencia, (no siempre unidas necesariamente en México), nos han enseñado que cuando los gastos se disparan vertiginosamente, estrepitosamente y más allá de los recursos con los que contamos, o de nuestra capacidad para producirlos, deberíamos amarrarnos forzosamente el cinturón, disminuir el despilfarro innecesario y tratar de detectar las fugas económicas que existen en nuestro estilo de vida, para así encontrar un respiro y lograr un balance más austero y saludable que nos permita sobrevivir con mayor tranquilidad o simplemente sobrevivir. Para lograrlo, se necesita cierto grado de reflexión, de humildad y honestidad con nosotros mismos, que nos permita despojarnos hasta cierto punto de esa imagen narcisista y fanfarrona que luego cargamos, con la que tendemos a apantallar al prójimo. Sin embargo, aunque racional y contundente, ésta no suele ser la solución que con mayor frecuencia se utiliza en nuestro país, en donde la tendencia cultural más popular representa todo lo contrario a lo que la lógica dictaría. Es así, como a pesar de las carencias evidenciables o quizás como una reacción psicológica defensiva, se tiende a gastar aún más de lo que se tiene, compulsivamente, y cada vez en mayores cantidades, sin tomar en cuenta de si tales compras son o no indispensables, en un estilo que raya en lo dispendioso y hasta presuntuoso en alto grado, que le permite al individuo o a la familia introducirse, formar parte, empaparse y profundizarse en esa cada vez más populosa hermandad de consumidores convertida ya en un estilo cultural de vida, que produce toda clase de espejismos y necesidades cada vez menos necesarias, pero gracias a las cuales se resbalan y desaparecen fácilmente los billetes y las monedas de todo tipo a muchos meses sin intereses. Generalmente, con la "facilidad de tu firma", se abultan cada vez más los saldos e intereses de las tarjetas de crédito tan extraordinariamente disponibles ahora, sobre todo cuando pregonan la felicidad como promesa y producto final de tantas promociones fantásticas. Las pasiones que nos llevan al éxtasis y estimulan en nosotros ese gran espíritu de fiesta que nos caracteriza culturalmente en México, algo que aún retenemos, determina que sea posible entonces celebrar cualquier momento de la vida: todo santo, toda unión, toda quinceañera, todo bautizo, todo aniversario, todo día de lo que sea, y si no lo hay, lo inventamos para convertirlo en una oportunidad más de celebración y de fiesta, lo mismo lo malo que lo bueno indiscriminadamente; lo malo porque estamos tristes o lo bueno porque estamos alegrotes, a veces sin importar la fecha, lo mismo cuando es fin de semana o mitad de la semana, todo se puede prestar para una ocasión de excitación, de jolgorio y hasta de borrachera y de locura, porque al fin y al cabo, "la vida no vale nada" y "el dinero va y viene", y en momentos como esos, lo que importa es la mágica felicidad de una celebración. Así se mueven nuestros hábitos sociales y económicos en una gran mayoría; los que tienen porque tienen, sin importar si se encuentran hasta el tope de deudas y perseguidos por las demandas y los abogados, y los que no tienen, que cada vez constituye la silenciosa mayoría de los mexicanos, también se pueden dar el lujo de gastar precisamente porque "les vale" porque ya no tienen o porque les han quitado lo poquísimo que tenían. No cabe duda que se trata de un estilo y un sistema de vida que se inicia en la familia y en cada individuo, para extenderse luego a un nivel nacional, hasta convertirse igualmente en un estilo y un sistema que suele caracterizar a nuestras instituciones, especialmente las públicas en las que el dinero no es propio y por ende, se puede gastar más fácilmente, se puede derrochar y desperdiciar sin beneficios visibles, sin objetivos justificables, sin llenar las necesidades más apremiantes de un municipio o del estado, pero eso sí, con altas dosis de inspiración fiestera y de celebraciones musicales que prometen "la felicidad" y arrullan los corazones (Continuará).
NUESTRA SALUD MENTAL Por: Dr. Víctor Albores García