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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC).

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

VAN GOGH, FILADELFIA Y LA PSIQUIÁTRICA AMERICANA.

(QUINCUAGÉSIMA OCTAVA PARTE)

Nos podremos preguntar entonces, qué tan fácil y posible puede ser el cambio para una sociedad tan joven como la nuestra, tan joven quizás que hasta la podríamos comparar con un adolescente que intenta abrirse paso por la vida, crecer y madurar para rescatar una identidad que se está forjando, con un perfil de características tan variadas y contrastantes, tan contradictorias y difíciles de entender, mezcla de tantas razas y culturas que no terminan de aglutinarse y de complementarse, especialmente al enfrentar y tratar de integrarse en un mundo que gira y que cambia en una forma tan vertiginosa y difícil de alcanzar. ¿Podremos algún día con nuestro esfuerzo, limpiar la basura, la corrupción, los desperdicios, los despilfarros y la presencia de tantos de esos agentes patógenos que se han acumulado y anidado en nuestras instituciones públicas? ¿Se puede acaso llevar a cabo una labor de limpieza tan efectiva, coherente, unida y contundente como la realizada en nuestra comarca hace algunas semanas, como iniciativa de una entusiasta coalición ciudadana? ¿Podremos mantener algún día coaliciones semejantes que sean capaces de enderezar las torceduras heredadas desde hace siglos en tantas de las tradiciones chuecas que forman los cimientos de muchas de nuestras estructuras sociales, educativas y políticas, o inclusive de las familiares e individuales, que constituyen los núcleos de nuestra esencia y de nuestra identidad básica? Es difícil decirlo, se puede creer en ello cuando se tiene un espíritu muy optimista, positivo y esperanzador, pero me parece que todo depende de la perspectiva que se utilice, o como dice el refrán "con el cristal con que se mire". A nivel social e institucional se presenta como un fenómeno sumamente complejo, debido a la infinidad de carencias, necesidades y factores que se mueven y chocan entre sí, esas que nos forjan y que influyen en todos sentidos en el vaivén de la formación de todos los grandes grupos y estructuras humanas, que moldean su existencia y su razón de ser.

Para quienes trabajamos en salud mental, ya sea como psiquiatras o psicólogos, en forma personal, cara a cara con cada ser humano, ya sea que se trate de niños, adolescentes o adultos, parejas y familias, la perspectiva es diferente definitivamente, no tanto porque el trabajo sea más fácil, ya que igualmente representa un trabajo minucioso de gran complejidad y que requiere de mucha paciencia, sino porque se trata de una perspectiva mucho más focalizada, más limitada naturalmente al microcosmos individual o familiar, en un espacio más reducido de lo que significa hablar de una sociedad o de una serie de instituciones enteras. Y sin embargo, a pesar de que se trata de este espacio reducido, la realidad es que el individuo, la pareja y la familia vienen a representar una pequeña institución, el núcleo básico de una sociedad cualquiera, la célula vital de cada sociedad, los cimientos y la matriz en la que se inicia toda huella de vida, el espacio fundamental al que todos pertenecemos, en el que todos hemos nacido y en el que hemos iniciado nuestro desarrollo, nuestro aprendizaje, nuestra maduración y nuestra educación básica dirigida hacia la búsqueda de nuestra identidad y la formación de una personalidad que se sigue moldeando poco a poco conforme avanzamos en el tiempo y en el espacio hasta el final de nuestra existencia. Por lo mismo, es así como en este espacio interno y externo que pertenece a la intimidad de cada individuo y de cada familia, es posible explorar y reconocer el modelo de organización y de estructura que los caracteriza a cada uno de ellos, tanto en lo personal como en lo familiar, gracias a la confianza y a la relación que forman con nosotros como profesionales, lo que a su vez nos permite desarrollar un vínculo humano sumamente importante y necesario, un vínculo que nos permite precisamente trabajar con ellos en equipo para ayudarles a detectar primeramente las áreas enfermas, así como las raíces de sus conflictos, de sus temores, de sus problemas y de sus preocupaciones, a lo largo de un proceso terapéutico que sirva para apoyarlos, asesorarlos e intentar ayudarlos en la resolución de tales conflictos y en la cura de sus áreas enfermas. Un trabajo semejante no sólo puede ser curativo, sino aún más importante en el caso de los niños y los adolescentes dentro de dicho núcleo familiar, se encuentra relacionado con el fundamental proceso de la detección temprana de muchos de estos males y trastornos, y de la prevención de sus consecuencias a largo plazo, especialmente en aquellos individuos portadores de características de trastorno por déficit de atención y sobre todo en quienes poseen rasgos delincuentes y psicopáticos, que en el futuro formarán las legiones de agentes patógenos a los que me he referido en esta columna (Continuará).

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