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Nuestra Salud Mental

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

VAN GOGH, FILADELFIA Y LA PSIQUIÁTRICA AMERICANA

(QUINCUAGÉSIMA NOVENA PARTE)

Podríamos aceptar entonces la existencia de estos dos niveles básicos que se encuentran a diferente distancia uno del otro, pero relacionados a su vez íntimamente, para retroalimentarse y reflejarse entre sí, como dos extremos de un mismo todo que se complementan: un microcosmos representado por el individuo, el hogar y la familia, de frente a un macrocosmos que se constituye como el variado conjunto de instituciones de todo tipo que conforman nuestra sociedad y nuestro país. Me parece que en el supuesto caso de que deseáramos mejorar y cambiar los núcleos de nuestras estructuras, tendría que ser en forma bilateral, en ambos sentidos a la vez, paralelamente, para poder obtener resultados esperanzadores. Y sin embargo, surge la pregunta de hasta qué punto deseamos y estamos dispuestos a cambiar, qué tipo de cambios podemos llevar a cabo, cuál es el precio que estamos dispuestos a pagar, no necesariamente sólo en el aspecto económico, sino sobre todo en el emocional y el sociocultural, en lo que significaría sacrificar una serie de prestaciones y beneficios que manejamos en el aquí y en el ahora.

Como comentaba la semana pasada, los psiquiatras y los psicólogos trabajamos fundamentalmente en ese microcosmos que constituyen el individuo y la familia, en ese nivel básico en el que se inicia la vida, el aprendizaje y la educación. Se trata de un nivel en el que nuestros pacientes nos permiten observar y examinar hasta cierto punto la intimidad de sus hogares y el estilo en el que avanza su proceso de desarrollo o aún cuando se ha detenido debido a una variedad de circunstancias, necesidades, preocupaciones, miedos y conflictos que pueden constituir sus áreas enfermas, a veces más localizada en alguno de sus miembros en forma individual, sea un hijo o una hija, niños o adolescentes, sea el padre o la madre, la pareja marital o la familia entera que sufren y pueden presentar una variedad de síntomas que los hacen buscar la ayuda profesional específica. La familia puede presentar toda una variedad de diversos trastornos emocionales que al ser detectados a estos niveles tempranos, pueden ayudar a prevenir una serie de repercusiones importantes a corto, mediano o largo plazo tanto en el aspecto de su desarrollo personal y familiar, como en el social, sea en cuanto a los estudios, las actividades o las relaciones interpersonales de todos y cada uno de sus miembros; por ende se necesita tal detección temprana que sirva para recibir la ayuda y la orientación psiquiátrica y psicológica necesaria y adecuada. En el caso de los trastornos disfuncionales de la conducta como son el trastorno por déficit de atención con hiperactividad y sobre todo el trastorno de tipo delictivo de personalidad antisocial que se han estado mencionando extensamente en esta columna en los últimos meses, las familias que los presentan, requieren de un estudio diagnóstico todavía más minucioso y exhaustivo que nos ayude a conocer más profundamente una serie de variables relacionadas con su estilo de estructura y de funcionamiento tanto a nivel personal de cada uno de sus miembros, especialmente de los padres y de sus propias familias, como a nivel global de la familia como grupo, si tomamos en cuenta no sólo los factores hereditarios presentes sino también los patrones educativos y de relaciones e interacción transmitidos de generación en generación hasta el momento actual. En este tipo de familias se presentan desde muy temprano un estilo de estructuras muy contrastantes que tienden a carecer del orden, la disciplina y el respeto básico, al grado de llegar a caer por momentos en el caos total, mientras que por otra parte contradictoriamente, tienden a construir normas sumamente rígidas y dogmáticas difíciles de obedecer. Este tipo de estructura facilita el surgimiento de un sistema subterráneo de corrupción, construido a base de experimentos y maniobras delictivas que intentan superar o evadir la rigidez de tales reglas y de encontrar los agujeros y espacios falsos o débiles por donde se pueda introducir el individuo para obtener impunemente todo aquello que le ha sido prohibido, acciones que usualmente que lo lleva a cabo con la ayuda de alguno de los otros miembros de la familia, sea el mismo padre, la madre o algún hermano. Se trata pues, de un territorio sumamente fértil para la formación y el desarrollo de estos sistemas delictivos y corruptos tan tempranos que se pueden dar en el seno de muchas familias que requieren de ayuda profesional psiquiátrica y psicológica, a pesar de que no siempre lo reconozcan y acepten (Continuará).

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