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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC)

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

VAN GOGH, FILADELFIA Y LA PSIQUIÁTRICA AMERICANA

SEXAGÉSIMA PARTE

Se podría considerar que este estilo de familias mencionado la semana pasada puede variar considerablemente en cuanto al grado de equilibrio o desequilibrio que presentan, tanto en el desorden y desorganización de su sistema, como en el estilo de interacción y relación más o menos conflictiva entre sus miembros, o en el tipo y variedad de áreas enfermas que puedan presentar cada uno de ellos en forma individual, ya sea el padre, la madre o cualquiera de los hijos. Mientras en un extremo, existen familias que a pesar de tales déficits funcionan más adecuadamente, se encuentran en un mejor equilibrio al saber reconocer sus limitaciones, de modo que pueden utilizar sus recursos lo más eficazmente posible para sobrevivir, existen en el otro extremo, familias sumamente caóticas, exageradamente desordenadas y desorganizadas, con una mayor variedad de áreas enfermas que les hace difícil reconocer tal grado de enfermedad y por lo mismo no alcanzan a utilizar los pocos recursos que poseen, de modo que tienden a hundirse y a caer en un serio estado de desequilibrio. Se podría decir, que a lo largo de la línea que une ambos extremos, hay una variedad de familias con características semejantes pero que presentan un mayor o menor grado de salud, según se encuentren orientadas hacia uno u otro de estos polos extremos mencionados. Lo interesante al presentar tal perspectiva, tiene que ver con el nivel de educación sobre salud mental y por lo mismo, sobre el grado de conciencia de enfermedad que puede tener cada una de ellas, lo que consecuentemente y a su vez motivará a la familia a solicitar la ayuda profesional necesaria, sea en el área de Psicología o de Psiquiatría según la palabra les resulte menos amenazante, y de acuerdo también al grado de dolor y de sufrimiento que estén experimentando. Hay que tomar en cuenta, que en conformidad con nuestras tradiciones y al estilo sistema sociocultural característico del macrocosmos mexicano, como se ha comentado en semanas anteriores, para muchas de estas familias, la ausencia de límites, controles, respeto, orden y disciplina, la presencia de padres como figuras contradictorias e inconstantes de autoridad, la falta de confianza y credibilidad en ellos, la existencia de rasgos delictivos y corruptos que se mantienen impunes en la interacción entre sus miembros y las consecuentes áreas enfermizas que se presentan, son vistos como niveles usuales y normales de nuestra cultura, semejantes a los de los otros vecinos, que para nada significan síntomas de enfermedad y que mucho menos se consideren como consecuencia de un sistema en desequilibrio que requiera de ningún tipo de ayuda profesional. Por lo mismo, es difícil que semejante estilo de familias aparezca en los consultorios de los especialistas en salud mental, a menos que se enfrenten a crisis sumamente graves y difíciles de enfrentar, ya que su mismo sistema de vida los puede mantener en una ceguera total y en una negación completa de la enfermedad, precisamente como parte de dicho sistema de vida, que actúa a la vez como una defensa psicológica protectora.

Sin embargo, la búsqueda de ayuda de muchas de estas familias que poseen mejores niveles de educación sobre salud mental, y mayor conciencia de sus conflictos y áreas enfermas, en respuesta a su dolor y sufrimiento en los momentos críticos, representa una excelente oportunidad para nosotros como profesionales en este campo, para hacer una completa exploración y valoración de tal sistema familiar, así como de sus miembros, en un intento por apoyarlos, asesorarlos y trabajar precisamente en los núcleos de nuestro miscrocosmos sociocultural, no sólo con las medidas terapéuticas necesarias para tratar las áreas enfermas y conflictivas, sino también para reforzar la variedad de recursos emocionales y sociales con los que cuentan. Se trata además de ayudar a promover los cambios familiares necesarios en un sistema semejante, como una maniobra de prevención en esa patología hiperactiva y delictiva que puedan presentar algunos de sus miembros jóvenes, que se convertirán en los hombres y mujeres adultos del futuro, quienes a su vez vendrán a formar parte de los múltiples sistemas sociales, administrativos, políticos, empresariales, religiosos, profesionales, artesanales, etc., etc. que forman el conglomerado sociocultural de nuestro país (Continuará).

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