ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC).
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
VAN GOGH, FILADELFIA Y LA PSIQUIÁTRICA AMERICANA
SEXAGÉSIMA SEGUNDA PARTE
En el fondo, qué tan cómodos nos encontramos cada uno de nosotros con este sistema sociocultural en el que vivimos, que en parte lo hemos heredado desde el más remoto pasado colonial, pero que en parte también tendemos a alimentar, mantener, apoyar e incluso acrecentar en el presente conforme pasa el tiempo, hasta involucramos consciente e inconscientemente para formar parte del mismo? Y sí no lo estamos, sí nos irrita y nos da comezón lo que observamos y lo que vivimos a todos niveles, la pregunta lógica nos llevaría a pensar qué es lo que deseamos hacer, de qué manera nos podemos adaptar para sobrevivir a un sistema semejante, puesto que de una u otra forma lo hemos logrado todos estos años de nuestra existencia. Pero también, cada uno de nosotros podemos buscar a nivel personal y familiar, en ese microcosmos al que me refería la semana pasada, la manera modo cómo podemos aportar nuestro granito de arena de acuerdo a quienes somos, a lo que pensamos, en los valores que creemos, en las actividades que llevamos a cabo diariamente ya sea en nuestro trabajo, en nuestra familia, en nuestras relaciones cotidianas, en nuestro ambiente social en general, de acuerdo al tipo de ser humano que creemos ser cada uno o que queremos ser en nuestra esencia personal. Muchos individuos y familias han emigrado en los últimos años, y otros tantos los seguirán, porque tienen los recursos para escapar y cambiarse a vivir a otro país, para pertenecer a otra sociedad en la que aspiran a sentirse mejor protegidos y adaptados de acuerdo a tal sistema cultural. Pero quienes no tenemos del todo tales opciones, debemos buscar entonces los estilos adecuados para enfrentar y navegar esa marea de juegos patológicos, delictivos y corruptos que nos rodean en un alto porcentaje y se convierten en un estilo de vida, en la búsqueda de nuestra mejor adaptación para sobrevivir, a la vez que intentamos modificar lo que sea posible modificar en las posiciones diversas que ocupamos en nuestro microcosmos personal y familiar, en la creencia de que lo estamos intentando lo mejor posible y que estamos aportando nuestro mejor esfuerzo. A la larga, de una u otra forma, todos somos responsables de nosotros mismos como individuos, así como de lo que sucede en nuestra sociedad, puesto que somos una parte indivisible de ella y la estamos construyendo y reforzando con nuestro trabajo, nuestras ideas, nuestras acciones, nuestras actitudes, nuestras aportaciones y aún con nuestra pasividad y nuestro silencio en general. Convertirnos o no en agentes patológicos es una decisión muy personal de cada quien, independientemente de si se hace en forma consciente o inconsciente ya que de ninguna manera se puede justificar como algo que se realiza a ciegas. Es así como cada uno debe decidir qué tan torcido se encuentra nuestro espíritu y cómo se autocalifica; hasta qué grado engaña, abusa y se aprovecha de los demás, aún de los mismos parientes, amigos, vecinos o desconocidos; qué tan honesto o deshonesto es en sus acciones y en su trabajo; hasta qué niveles delincuentes puede llegar para mentir y cometer actos fraudulentos o hasta criminales sin importar los medios o los objetivos; qué variedad de violaciones es capaz de llevar a cabo y coleccionar, con o sin el mínimo destello de arrepentimiento. En un momento dado, es interesante pensar en el cómo nos podríamos analizar individualmente, para autoevaluar y calificar el nivel delictivo que portamos cada uno de nosotros, como parte de esta herencia y como parte de haber crecido y pertenecer a este sistema sociocultural que presenta tan altos niveles delictivos y corruptos. Jocosamente, con ese mexicano sentido del humor, hay quienes dicen que para vivir en México, se necesitan tener ciertos genes de delincuencia, en mayor o menor grado, según la familia y el ambiente en que se nació, y no falta quien opina que de una u otra forma, todos portamos dentro una rebanadita delictiva y corrupta que nos permite ser mexicanos para vivir en México, en EUA, en Suiza, en Irlanda, en las Islas Caimán, o en cualquier parte donde se pueda esconder y salir impune.
Nos encontramos en vísperas de la celebración de la Navidad y todo lo que ello representa tradicionalmente, a la vez que de la terminación de un año y el inicio del siguiente. Esta es la época ideal en la que tendemos a mirar paralelamente hacia atrás y hacia adelante para analizarnos y valorar nuestras vidas, con miras a definirnos mejor y definir a la vez nuestros objetivos. Quizás entre compra y compra, entre copa y copa, o entre uno y otro rezo, nos demos un mejor tiempo para valorarnos, autodefinirnos y medir como andan nuestros genes delictivos (Continuará).