VAN GOGH, FILADELFIA Y LA PSIQUIÁTRICA AMERICANA
No cabe duda que cada vez que finaliza un año y se inicia el siguiente, algo especial se mueve definitivamente dentro de nosotros, sobre todo cuando la ansiedad llega a tal grado para estimular toda clase de pensamientos mágicos que se estimulan unos a otros para contagiarse masivamente y globalizarse a tal grado que presagian la eliminación total de la humanidad y el final catastrófico de nuestro planeta. No se trata de un fenómeno específico de México, sino que aparentemente se extendió a todo el mundo, lo cual nos confronta con cierto tipo de fenómenos especiales que podrían catalogarse como experiencias mentales o experiencias espirituales, que de una u otra forma siempre han existido entre nosotros desde el pasado más remoto, como parte de nuestra esencia humana.
Uno se podría preguntar el cómo es posible que en esta época, en esta primera parte del siglo XXI, caracterizada por tan altos niveles en el desarrollo de la tecnología y de las ciencias en general, producto de experimentos, estudios e investigaciones tan extensas, avanzadas y profundas, persistan todavía en nosotros, de una manera tan pertinaz y consistente las raíces de creencias y pensamientos tan mágicos que posiblemente siempre han estado ahí en los rincones oscuros, nunca nos han abandonado, y en el fondo siguen formando parte de nuestros tabúes y nuestros tótems, desde los orígenes más lejanos y profundos de lo que heredamos como seres humanos. ¿Será acaso parte de ese nuestro vacío existencial siempre presente en forma consciente o inconsciente, de la eterna angustia que nos provocan los misterios de la vida, del nacimiento y de la muerte y para los cuales hemos buscado toda clase de teorías, religiones o explicaciones que nos otorguen un cierto grado de seguridad para controlarlos a través de mitos, creencias o profecías? ¿En qué niveles estriba la magia, la religiosidad o la espiritualidad como fenómenos natos humanos, que en ocasiones tienden a confundirnos al mezclarse sin diferenciación alguna?
No cabe duda que se trata de un capítulo sumamente apasionante, que tiende a ser abordado en forma cada vez más frecuente en estos congresos de la Asociación Psiquiátrica Americana, quizás como una opción diferente al uso compulsivo y adictivo del alcohol, de la nicotina y otras drogas, de las compras, de la comida, de los robos y fraudes, de los juegos de azar y las apuestas, fenómenos mencionados la semana pasada, que se utilizan profusamente como métodos para mitigar la ansiedad o la depresión en nuestros días, pero que a la larga tienen significados y resultados poco satisfactorios, y contrastan radicalmente con este tipo de experiencias espirituales.
En esta ocasión, se presentó un simposio sumamente interesante en el que terapeutas de diferentes países, comentaron sus puntos de vista respectivamente sobre lo que vendría a ser el fenómeno de la espiritualidad y las experiencias espirituales, que el Dr. Alexander Moreira, psiquiatra de Brasil marcó como experiencias muy diferentes y contrastantes de lo que vendría a ser una experiencia psicótica. Desde su punto de vista y los estudios que ha realizado, las experiencias espirituales suelen ocurrir en cierto tipo de personas que no presentan ningún tipo de trastorno mental a pesar de que llegan a escuchar ciertas voces o a percibir ciertas visiones; experiencias que en ocasiones, se pueden iniciar desde la infancia o la adolescencia, y que son compatibles o se encuentran integradas en el marco de las tradiciones socioculturales y religiosas del individuo o del grupo social al que pertenece. De acuerdo a este conferencista, los rasgos que distinguen a estas experiencias espirituales de las experiencias psicóticas, es que se trata de experiencias de corta duración, que no son invasoras ni se presentan con sufrimiento emocional, además de que tampoco interfieren o alteran sus capacidades sociales o laborales, sino que es todo lo contrario, ya que les proporcionan un crecimiento y una madurez personal. Sin embargo, el Dr. Moreira hizo notar el hecho de que en ocasiones es difícil diferenciar este tipo de experiencias espirituales, de aquellas que están provocadas o mezcladas con ciertos elementos patológicos pertenecientes a trastornos mentales, como es el caso de las experiencias psicóticas (Continuará).