Son ellos. Santiago y Julián son transgénero. Desde que eran pequeños tuvieron la noción de ser él, no ella, y a lo largo de su vida han tenido que luchar para defender su identidad genérica
Susana cuenta que hace ocho años procreó a Roberto, su hijo. El bebé nació biológicamente mujer, niña, pero desde el kínder manifestó predilección por los roles asociados al sexo masculino. Lo suyo eran las películas de héroes, no las princesas, y optaba por los carritos en vez de los unicornios multicolor o las muñecas de largas cabelleras.
"Me voy a referir a él en género masculino, porque al día de hoy vive como varón las 24 horas del día", nos dice la mamá.
Usaba el pelo largo, pero sólo aceptaba un peinado de cola de caballo con una liga. Nada de colitas, ni siquiera un moño negro. A pesar de su corta edad, sus palabras eran: "Respétame, respétame".
A Roberto lo dejaban ponerse la ropa que quisiera, pero le pedían que usara lo apropiado, lo que una niña "debe" portar. Tenían que sobornarlo para que se pusiera determinados vestidos para acudir a fiestas familiares. Sus papás pensaban que su hija era lesbiana.
En segundo de primaria, cuando Roberto tenía siete años, le confesó a su madre: "Quiero decirte un secreto, mamá. No quiero que me digas 'fulanita', quiero que me digas 'sutanito'. No quiero que me digas hija, quiero que me digas hijo".
Susana consultó a tres especialistas y todos coincidieron: lo único que se podía hacer era ayudar a su hijo a vivir en el género al que se sentía pertenecer.
Juan Luis Álvarez-Gayou, médico cirujano especialista en siquiatría por la UNAM y uno de los dos terapeutas sexuales en México certificados por la American Association of Sex Educators Counsellors and Therapists, dice que la transgeneridad es una condición que aparece en uno de cada 30 mil nacidos vivos.
Pero ni Roberto ni muchos otros niños pueden tener documentos oficiales que los identifiquen por sus nombres masculinos. Sus padres tendrían que pagar más de 120 mil pesos si quieren que sus hijos tengan acceso a su identidad.
A pesar de que las leyes en la ciudad de México permiten -mediante proceso judicial- que las personas transgénero puedan obtener un acta de nacimiento acorde con su identidad de género, las posibilidades reales de completar un trámite de reasignación sexogenérica están condicionadas por su capacidad económica.
Los papás de Roberto no podrían cubrir esos gastos aunque quisieran. "Cotizamos abogado y especialistas y nos sale entre 60 y 70 mil pesos el primer juicio. Si en el primer juicio el juez decide que no está de acuerdo con el cambio, entonces tendríamos que irnos a un segundo juicio. El abogado cobra 30 mil pesos, el especialista cobra 15, y el otro especialista otros 15, más lo que se agregue; solamente se pueden hacer dos juicios, en el tercero nos iríamos a un amparo, pero sería otro pago adicional para el abogado. Nuestra economía no nos permite pagar ni la mitad de eso".
"MI HIJO NO EXISTE"
David Barrios, sexólogo y sicoterapeuta, dice que a nivel mundial una persona de cada 12 mil transita de sexo masculino biológico a mujer, y una de cada 28 mil, de sexo femenino biológico a varón.
Álvarez-Gayou, quien también es director fundador del Instituto Mexicano de Sexología, A. C., explica que la identidad de género, es decir, "el sentirse hombre o mujer", queda establecida a los 12 meses de edad, y es algo que las personas sienten desde que tienen conciencia.
Roberto hacía preguntas: "¿Mamá, por qué me gustan puras cosas de niño?, ¿por qué no soy como mis compañeras, que ellas sí pueden estar jugando con el ula-ula?".
Casi siempre estaba molesto. "Amanecía y era párate y no me paro, báñate y no me baño, péinate y no me peino (...) Su actitud cambió cuando se le empieza a tratar como varón", explica Susana.
A Roberto lo cambiaron de escuela cuando comenzó su proceso. Hoy se viste como dicta el estereotipo de los niños, ya no es más "la niña que juega con niños". Es aceptado.
Alguna vez, en la otra escuela una compañerita le dijo que él era lesbiana porque "le gustaban cosas de niño". Él contestó: "Niño o niña, lo que sea, soy una persona".
La familia de Roberto espera su adolescencia y su decisión sobre los cambios físicos. En cuanto a su situación legal, confían en que las nuevas disposiciones los ayuden.
"Las personas que viven en esta condición tienen necesidades, y esta necesidad es existir. En la realidad mi hijo no existe, es como un inmigrante, como una persona indocumentada", enfatiza Susana, quien prevé que los verdaderos problemas vendrán cuando su hijo crezca y busque trabajo.
En estos momentos -dice- la Ley se contraviene en los hechos, "porque un niño no puede vivir por entero su rol si para asistir a la escuela o tomar algún curso se le pide un acta de nacimiento, y esta acta no la podrá adquirir si no vive su rol". Sabe que todo queda en manos del juez. Ella conoció de otro caso infantil que no prosperó.
UNA ESPERANZA
Ahora mismo, en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal hay una iniciativa de ley que propone ensanchar las herramientas jurídicas y brindar atención médica gratuita a las personas transgénero.
Víctor Flores, director de la organización civil Transexualegal, precisa que si bien es adecuado instaurar un proceso administrativo en lugar del judicial actual, si el gobierno capitalino no garantiza la gratuidad en la expedición de los dictámenes periciales, "difícilmente cumpliría, en términos de derechos, en el ámbito de la salud de la gente trans.
"La Ley quedaría 'coja' si no se garantiza la gratuidad por parte de la Secretaría de Salud, al menos del gobierno del Distrito Federal; se quedaría en los mismos términos que actualmente está el procedimiento judicial y paliaría parcialmente [la situación]".
EL DRAMA DE JULIÁN
Julián estudia artes en la universidad, es un chico de trato tímido a quien le gusta la música, especialmente de Joy Division, de la que porta una playera. Él comenzó su transición hace ocho años, y a su parecer lo complicado fue el inicio. "Creo que, como todos, al principio pensamos que uno es el que está mal, a uno no lo educan y no se entera de estos temas", dice.
Julián ya tenía noción de ser él desde los cinco años. Al paso del tiempo le causaron conflicto las clases de danza, el taekwondo, el uniforme escolar, y no tenía forma de explicar por qué no le gustaban.
Creía que tal vez "algo se me zafó… a lo mejor soy como una niña muy machorra". La gente a su alrededor tampoco sabía qué pasaba y él sólo tenía un mal humor generalizado.
Cuando al fin habló con sus padres "fue un drama", porque ellos apenas estaban asimilando la noticia de que era bisexual cuando comenzó a darles información sobre lo que significa ser transexual.
"Al principio es un shock para todo mundo. El shock para los papás, de '¿qué creen?, que su hijita no es su hijita', y el shock para uno: Enfrentarte al rechazo de la familia".
A su madre le costó un par de años entenderlo; a su padre, con quien discutía "por cualquier cosa", más de cinco. Sólo cuando Julián intentó suicidarse su padre supo que "era en serio".
Una de las fases más "pesadas, tediosas y frustrantes" en este proceso, fue el trámite de sus nuevas identificaciones oficiales. Para obtener acta de nacimiento, CURP e IFE requirió de especialistas y los servicios de un abogado. En ese momento se sintió "como un criminal defendiendo su inocencia. Fue un verdadero triunfo".
En un futuro, el joven artista se ve difundiendo su obra. "Espero estar viviendo de mi carrera y seguir rodeado de personas que me traten como un hombre cualquiera. Me gustaría casarme y formar una familia, pero soy un rey de la mala suerte para las relaciones interpersonales", dice con amplia sonrisa.
Debate legislativo
En la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) hay una iniciativa de ley que pretende dotar a las personas transgénero -desde la infancia- de derechos fundamentales.
La propuesta incluye, entre otras medidas, acortar los plazos para tener una identidad acorde al género. Pero no prevé bajar los costos de los peritajes -que incluyen estudios sicológicos y clínicos-, cuyo costo va de los 14 mil a los 20 mil pesos.
José Ramón Amieva, consejero jurídico del DF, destaca que la discusión de la iniciativa se enfocará en la posibilidad de brindar herramientas jurídicas y atención médica gratuita en los hospitales de la capital a la población transgénero, pues hasta hoy sólo se ofrece en la Clínica Condesa, especializada en VIH.