El instinto político de Obama reapareció después del duelo de fin de año con los republicanos. La amenaza del precipicio fiscal la revirtió siguiendo el precedente de Clinton en 1994, no amedrentarse frente amenazas de parálisis nacional. Evidenció las debilidades de radicales, que se asumían como defensores del electorado, mientras la Casa Blanca apelaba a la sensatez de los senadores de oposición, obligándolos a reconocer los daños irreversibles que padecerían sus votantes. En este juego perverso, disfrazado de sensatez, dejó claro que los costos del capricho no tenían fundamento que justificara la adopción de medidas extremas. Este capítulo no está resuelto definitivamente en el Capitolio.
El próximo domingo se juramentará para cumplir con su segundo período, en el que se ha comprometido a abordar dos proyectos por demás controvertidos que la realidad no le aconseja soslayar. Control parcial de la venta de armas y reforma migratoria son los temas políticos, que junto al debate de la recuperación económica serán parte esencial de agenda.
Sobre los primeros ha expresado líneas gruesas, convirtiéndose en rector del debate cercando a sus rivales. La exposición de motivos para enfrentar a la Asociación Nacional del Rifle (ANR) son las matanzas de inocentes, mientras la narrativa que obliga a discutir la suerte de los migrantes se explica por su creciente importancia en las urnas, convirtiéndose en tema prioritario para los estrategas de ambos partidos. Por cierto, ambas discusiones deben ser de alto interés para los gobiernos de la región y de sus órganos legislativos, especialmente los senados.
Es indispensable concertar una posición externa sensata que coadyuve, sin interferir en el debate local.
En cuanto a las armas, su reforma es realista, sabiendo que corresponde al Congreso legislar en varios aspectos por demás controvertidos, como revisar antecedentes penales y de salud mental de los compradores y restablecer la prohibición de la venta de armas de asalto de uso exclusivo de los militares, lo que no vulnera los intereses de la ANR. En los estados se deben fortalecer los frágiles mecanismos de control de ventas, casi decorativos, lo que sería otro paso en la buena dirección, así como prohibir los cargadores de más de 10 municiones. Su iniciativa exige compromisos reales de los estados, que con frecuencia adoptan fórmulas laxas con el ánimo de incrementar las ventas. Los países de la región deben realizar cabildeo para endurecer controles de venta, obligando a compradores extranjeros, a someterse a controles de identidad efectivos.
Los avances hacia una reforma migratoria, pueden lograr acciones concertadas entre los dos partidos. La fórmula ideal sería repetir los esfuerzos visionarios de los senadores McCain y Kennedy, que lograron negociar propuestas de gran alcance, enterradas por las elecciones de 2004. Una iniciativa bipartidista requiere de concesiones, evitando prejuicios y medidas radicales que resulten inaceptables para los migrantes.
Si bien es claro que Obama no plantea una amnistía, tampoco concibe fórmulas extremas que no permitan a quienes consigan estatus legal, convertirse en ciudadanos estadounidenses. Es previsible que el senador Rubio, republicano, sea el negociador de su partido. El objetivo es fortalecer las clientelas electorales, lo que permite suponer un desplazamiento positivo de los brotes racistas que permearon la plataforma electoral de la oposición, así como las legislaciones xenófobas de varios estados.
Las organizaciones hispanas deben ser interlocutoras privilegiadas de ambos partidos. Es a través de éstas que los gobiernos latinoamericanos y del Caribe deben apoyar la reforma migratoria. Las experiencias de actuación directa son repudiadas por injerencistas, convirtiéndose en obstáculos innecesarios. México puede ser un concertador de esfuerzos conjuntos de la región. El trabajo con las comunidades siempre debe canalizarse por los conductos que ellos han creado.
Cualquier otra fórmula será repudiada con toda razón.
Vicepresidente del Consejo Mexicanode Asuntos Internacionales