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Obama y Peña, cosméticos

GENARO LOZANO

Un buen maquillaje cubre las imperfecciones de la piel. Sin embargo una vez quitado el corrector, el polvo, el rubor y demás productos, lo que queda son los puntos negros, los poros abiertos, las arrugas, la alergia en el cachete. Lo que queda es la piel que se habita, cruda, expuesta, vulnerable como es. Algo así fue la visita de menos de 48 horas de Obama a México, una visita cosmética, de "posa y corre" sin que haya un nuevo espíritu de la relación.

Hablar de un nuevo espíritu equivale a pensar en inicios de los 90, cuando Carlos Salinas de Gortari y George Bush padre, en efecto le dieron un nuevo giro a la relación bilateral al enfocarse en la integración económica. El gobierno de México pudo en ese momento poner sus intereses en la negociación del TLCAN y convencer a estadounidenses y canadienses de que México podía pensarse y ambicionarse como un socio comercial norteamericano y no sólo como un vecino problemático, con narcotráfico, expulsor de migrantes, sin democracia y sin respeto a los derechos humanos. El TLCAN maquilló el proyecto modernizador de Salinas y a éste lo convirtió en el poster boy de los mandatarios latinoamericanos educados en universidades Ivy League.

Nuevo espíritu fue también aquella reunión en el rancho de Texas entre Vicente Fox y George W. Bush, en la que nuevamente el gobierno mexicano puso el tono del inicio de la agenda: migración y una mayor integración comercial, un NAFTA plus, entre dos países que además de ser socios comerciales ya se pensaban como democracias. Después de todo, la alternancia en el Ejecutivo le dio a México un bono democrático internacional, lo maquilló como un país democrático que ahora condenaba los abusos a los derechos humanos de regímenes como el de Fidel Castro, abusos que el Leviatán priista solapaba en defensa de la autodeterminación y la soberanía.

En esos dos casos, el gobierno de México en turno logró posicionar sus temas, pensados, con proyecto. El 11 de septiembre deslavó el maquillaje y significó un timonazo hacia el tema de la seguridad, que se convirtió en el dominante, primero por el maniqueísmo de Bush de ver al mundo dividido entre buenos y malos y después por la necesitada legitimidad de Felipe Calderón. Si bien comercio, cultura, educación, medio ambiente, energía, migración y todos los demás temas de la compleja relación bilateral prosiguieron, el tema que invisibilizó todo durante los 4 años que convivieron Calderón y Bush fue el de la cooperación en materia de seguridad y narcotráfico. Y los políticos halcones, los asesores de seguridad y los productores de armas brindaron en ambos lados de la frontera.

Obama vino a un México cuyo gobierno en turno volvió a ver en la mercadotecnia, la comunicación, las relaciones públicas y en el maquillaje un elemento para gobernar y para posicionarse en el mundo. Por ello, el discurso de Obama en el Museo de Antropología reiteraba el optimismo de los textos publicados en medios internacionales que de repente le dan a México el glitter, el brillo, que tuvo Brasil en el rostro en los años de Lula. Por ello, pese a que realmente no hubo absolutamente nada sustantivo en la visita relámpago de Obama a México, el gobierno de Peña Nieto usó la cosmética para hacerlo todo grandilocuente: El rockstar estadounidense alabó al México, lindo y querido, mencionó a Sor Juana, citó a Octavio Paz y a Amado Nervo (sí, hay presidentes con una enorme cultura), habló con optimismo del futuro de México, habló sobre la equidad y sobre los defensores de derechos humanos mexicanos. Obama brilló como siempre en sus discursos, pero más allá de eso no dijo nada nuevo.

Porque prometer que buscará que 100 mil estadounidenses vengan a estudiar a América Latina y que 100 mil latinoamericanos vayan a estudiar a EU no es nada, comparado con los más de 100 mil chinos que hay estudiando en universidades estadounidenses. Porque anunciar un grupo de contacto de alto nivel para que estudie y coordine qué hacer con la relación comercial es lo que menos se podía esperar cuando este 2014 se cumplen 20 años del TLCAN. Porque pese a que los dos mandatarios, especialmente Peña Nieto, quisieron evitar a toda costa que el acento de la visita estuviera enmarcado por la violencia del narcotráfico, fueron las notas del New York Times, LA Times y Washington Post, que hablaban sobre el tema, las que sentaron el diálogo y la cobertura de la visita. Porque tan sólo unas horas después de que Obama se fuera, los dos hijos del periodista David Páramo se sumaron a las muertes violentas del mes, muertes que siguen ocurriendo en la misma cantidad y con la misma violencia que en el primer cuatrimestre del año pasado. Porque Obama sigue temiendo hablar de la legalización como una alternativa que ya ocurre en una veintena de estados de su país. Porque al final Obama sólo vino a México porque necesitaba salir un poco de Washington, donde lo acosan por no cerrar Guantánamo, donde está peleado con la oposición. Porque al final las porras que le echó Obama a Peña Nieto, no son merecidas porque la estabilidad macroeconómica viene del sexenio anterior. Porque Obama vino solo, sin secretarios de Estado y sin Michelle. Porque al final esta visita no fue más que cosmética.

Politólogoe Internacionalista

Twitter @genarolozano

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