¿Sin ética no hay rumbo? En México urge una revolución, pero no violenta donde un hombre mate a otro, sino una revolución donde una persona le eche la mano a otra, un movimiento donde el objetivo sea el rescate de valores y una mejor convivencia y entendimiento social. Es lamentable reconocer que nuestra realidad está basada en la simulación y la mentira, donde presumimos lo que deseamos ser y tener, pero ni somos, ni tenemos. ¿Como se pretende algo mejor a base de autoengaños? Situaciones sencillas: como darle un reconocimiento al mérito académico por su esfuerzo y dedicación a un profesor al que ni siquiera lo conocen sus alumnos; cómo avanzar en un lugar donde un servidor público está más preocupado por esconder un robo a la comunidad que en practicar el bien común, que en su nuevo cargo ve la oportunidad de dar chamba a familiares y amigos aunque no tengan capacidad; cómo convencer a nuestros hijos que estudien cuando vemos a un profesor que con esfuerzo fue de los pocos que aprobaron un examen de oposición, pero que por falta de oportunidades vende tacos de barbacoa, una sociedad donde un título profesional no garantiza una mejor calidad de vida. Qué pretendemos cuando la televisión se ha convertido en la mayor promotora de antivalores, con payasos y jovencitas que dicen leperadas, chismes, libertinaje, desvergüenzas; donde los nuevos conductores, orillados por su falta de creatividad, se mofan de quienes pusieron en alto el nombre de México; cómo aspirar al progreso y al orden en una sociedad donde ocurren tragedias porque no se tomaron medidas a tiempo, donde se practica una estúpida forma de promover cerveza colocando a una jovencita, que ni siquiera tiene la mayoría de edad, para que se contonee afuera de un expendio; donde un futbolista gana dos millones de pesos al mes cuando el salario mínimo no rebasa los mil 600, cómo avanzar cuando presumimos que en el ciclo escolar se cumplen 200 días de clases pero nos consta que 3 veces a la semana salen temprano o se suspende la actividad por cualquier pretexto, una sociedad donde los cuatro integrantes de la familia están cerca, pero incomunicados irónicamente por los aparatos modernos de comunicación; cómo es posible que en la tribuna más importante del país se luche y se legisle por permitir la unión de dos personas del mismo sexo, ya parece que dos hombres o dos mujeres no se van a unir porque no está permitido, cómo pretendemos una mejor sociedad cuando nuestros hijos lo que ven diariamente es violencia, sexo, vicios, una sociedad que hace años cayó en un pozo de corrupción, impunidad, donde lo que menos se respeta es el derecho ajeno. Esto, la simulación, el autoengaño es la razón por lo que nuestro territorio está convertido en un muladar. Tengo miedo de pensar qué pasará mañana porque…sin ética, sin ética México no tiene rumbo.
Martín Chávez