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ORDENANDO EL CAOS

ASÍ EL MUNDO ACABARÁ

Dalia Reyes

El otro día escuché a una estudiante hacer un comentario tras la lectura de "La vida es sueño". Ella habló sobre lo conveniente de salir a la luz, dejar la cueva, para "conocernos a nosotros mismos y ser introspectivos", era una estudiante de secundaria, cursaba el tercer grado; lo aclaro porque algunos pensaron refería yo a universitarios o futuros profesores normalistas. No señor.

En otra escuela pública, por esas mismas fechas, sucedió que los alumnos montaron un plantón a su directora. Portaban cartelones con esta leyenda: "Queremos seguir leyendo a Carlos Fuentes"; esto fue el semestre pasado, no cuando Vicente Fox. Es una secundaria de la que hablo, porque algunos pensaron refería yo a universidades y alumnos de posgrados. No señor.

Los profes de esos grupos eran practicantes desarrollando proyectos innovadores y necesarios; al primero lo despojaron de horas asignadas; el segundo, hasta la fecha lidia con su derecho a contender como propietario o interino de clases, pero a la dirección le parece aberrante que uno de sus docentes ande exponiendo a sus alumnos a semejantes experiencias literarias.

Por alguna razón recordé estas historias justo hoy, cuando el país parece estar en vilo. Todo lo indica, los mayas no erraron su fatal premonición, sólo equivocaron un poco la fecha, pero el mundo sí está por terminar, no con estertores ni bajo el agua, sino calcinados por la inminencia de una anunciada Reforma Educativa. Al menos, así lo hacen parecer los mandatos de acción para los profesores.

En 1993 hubo una y otra en 2006, 2011 y así. Es decir: el mundo se ha terminado un montón de veces y yo aquí platicando con ustedes al aroma del café y meditando en la frase publicada por una joven propositiva: "Las masas humanas más peligrosas son aquéllas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al cambio". Octavio Paz.

A veces mi hijo rezonga ante ese afán femenino por cambiar las cosas de lugar y argumenta que luego tendrá que acostumbrarse a ello, pintándolo cual arduo y riesgoso trabajo. "Acostumbrarse" es la palabra, la que nos tiene cogidos cuando vivimos en una rutina, en una forma costumbrista de proceder sin tener muy claras las razones de ello ni los propósitos.

A mí, como vengo de Venus, me gusta el cambio y sus motivos. No estoy de luto por este fin del mundo y eso, para las mayorías, parecerá muy lamentable, así que parafraseo en este instante a Silvio Rodríguez, pues lo creo pertinente, porque quiero que me perdonen por este día los muertos de mi felicidad.

dreyesvaldes@hotmail.com

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