Una de las preguntas que mayormente me han signado en la vida fue la planteada por una niña practicante en mi trabajo: ¿Adónde se va la basura de la computadora? Tuve un ataque de hilaridad inconsciente porque no tenía la menor idea.
A partir de entonces imagino ese pequeño recipiente virtual como un hoyo negro, que mandará a dimensiones desconocidas lo que generan nuestras manos y cabeza. No lo usé más, presiono el botón derecho y elijo eliminar. Me parece menos traumático.
Lo que ahora no puedo quitarme de la cabeza es que esos botecitos en la pantalla fueron inspirados en los bolsos de las mujeres. Viéndolo bien, tienen demasiadas coincidencias como para no ser parientes.
Aun cuando no hemos sido madres, las mujeres tenemos siempre un equipo de supervivencia dentro de esos adminículos, y sea que llevemos pañalera o coqueta cartera de noche, todas las cosas cabrán en ambos espacios. Es realmente un misterio.
Mi hermana lleva siempre un dado y un sobre de Zuko, por si hace falta agua fresca. No lo van a creer, pero sí ha hecho falta, y lo mismo con el dado. No se diga el resto de las cosas comunes que cualquier mujer ordinaria carga: espejo, lápiz labial, polvo facial, corrector, protector solar, crema para las manos, pañuelitos, cartera y monedero por separado, pluma y lápiz, gel antibacterial, pinzas para la cejas, corta uñas múltiple -una nunca sabe en qué momento haya que quitar un callo-.
Cuando somos madres, todo lo anterior se duplica en versión infantil y además de eso llevamos toallas de tela, medicamento contra la diarrea, mocos, migraña y sarpullido; repelente contra mosquitos y contra cualquier caballero que quisiera acercarse -ese no viene en la bolsa, lo traemos de la mano.
Quienes andamos en los caminos de Dios agregamos una navaja suiza, lámpara pequeña, suministros para esos días, pintura para los ojos, maquillaje de emergencia y otras cuestiones muy útiles para otra clase de emergencias en los otros días.
No entré en detalles de lo que contienen cartera y monedero, porque enfrentaría dos dilemas: los señores me darán por exagerada y las señoras por traicionera. Así que, los primeros, pídanle a su mujer que muestre el contenido de esa caja negra que es el bolso; ustedes, congéneres, confíen en que no voy a delatar el más profundo secreto que llevamos pendiente del brazo.
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