Me tiene arrobada ese interés de la NASA por pellizcar meteoritos. Parece ficción, pero es ciencia; luego pasará a ser magia proyectada en películas, cuyos productores videntes nos dirán cómo recrear museos de aerolitos "vivientes" a partir de un átomo proveniente de la primigenia pellizcada.
Puedo creer, a veces, que los científicos tienen por confidentes a los directores de cine, o bien, los directores de cine tienen pacto con el diablo, porque crean historias imposibles, aparentemente, para vender muchos boletos, y unos años adelante la cosa se vuelve realidad y ya no hay bolsillo que alcance para adquirir esas entradas.
Ayer mismo vi pasar, en tiempo real -hasta donde el tiempo pueda serlo- al meteorito Flyby. Fue como si la roca viajara en el papamóvil y muy apenas nos despeinó el flequillo, pues su soberbia no le permitió siquiera esperar los diez minutos de fama, pues a los dos segundos andaba llegando al sol, imagino yo.
Víctor Von Doom, ahí lo tienen ustedes, el maldito Doctor Dumm en "Los cuatro fantásticos", gustaba de hacer viajes al espacio con puros fines de solaz y esparcimiento. Ahí nos tienen al común de los mortales planeando pedir matrimonio en la Plaza de Armas y este hombre se lanzó a entregar el anillo frente a cierta estrella. Y ahora es posible, no para usted ni para mí -asumo que Carlos Slim no está entre mis lectores-, dar una vuelta al espacio sideral lo que, por otra parte, cumpliría los deseos de Jese y Joe planteados en su famosa canción.
Todo parece estar aquí, como lo vaticinó Mafalda: uno puede darse piquetes de ombligo con los cometas, chocar los cinco con cualquier satélite y pellizcarle cualquiera de sus partes a los meteoritos. Las aspiraciones no tienen límite y la capacidad de asombro está en coma, y ni siquiera en Cuba podrán salvarla.
He sido reacia a pagar por trocitos del muro de Berlín y sus lamentos; tampoco compré astillas de la cruz divina; no tengo espinas de ninguna corona ni trozos de algodón con aceite sacro, pero qué se me hace: una morona del primer meteorito pellizcado sí valdría la pena, me da la sensación de tener en la respuesta a la pregunta número 5789 en la lista millonaria sobre dudas acerca de nuestro origen.