Sin entrar en detalles -y aquí entre nos- he cambiado de domicilio en 12 ocasiones. Ahora que paso nuevamente por este trance, me vino de golpe la vida entera, como esos condenados a muerte que miran la película personal en un segundo.
Cambiar de casa no implica solamente cajas y cajas apiladas. Todas parecidas entre sí, aún en sus etiquetas. Nos lleva a una seria introspección de la perspicacia personal y un profundo cuestionamiento matrimonial.
Es increíble cómo las casas, por pequeñas que sean, son capaces de acoger y hasta esconder un sinnúmero de objetos que saltan a la vista durante una mudanza.
A los hombres no les importa demasiado -un poco sí- la serie de menesteres no pragmáticos que adornan la casa. Es más, llega un momento en que esos "detallitos" se mimetizan con la pared o la cortina y tornan su figura en invisible. De modo que la pregunta inicial después de comprar semejante artefacto ¿y eso para qué? Se diluye en el tiempo y la costumbre.
Sin embargo, cuando hay una mudanza, todo sale a relucir. Ese "tengo pocas cosas" acaba en treinta cajas de archivo doble oficio y cuatro refresqueras; la totalidad de las maletas familiares -incluye las de la mamá y hermanos-, cinco bolsas negras tamaño jumbo, mochilas escolares cuantas haya y las tinas de lavandería harto llenas.
Es justo en ese momento, cuando deben cargar el vehículo -o pagar porque lo hagan- cuando los maridos caen en cuenta de la cantidad inverosímil de objetos que alberga su hogar. Empieza la hora de la verdad.
Nada pasaría con un ¿oye, para qué queremos tantas cosas? Pero no, señores, esto sigue con un
-¡También hay cosas tuyas!
-Pero son todas útiles.
-Ah, sí ¿Como tus tachones del 82?
-¡Claro, con ésos le ganamos a la secundaria Ignacio Allende, son de colección!
Así las cosas, salen a relucir fechas inmemorables, ocasiones inolvidables, reclamos fosilizados hasta llegar a "ese día en que me obligaste a visitar a tu mamá en la Navidad del 95".
Una mudanza pone seriamente a prueba el matrimonio. Superarlo con una reconciliación honrosa -y todos los objetos "útiles" vueltos a poner en su lugar- nos habla de una pareja dentro de la estadística media. Pasar por ella sin enfrentamientos… no, no se los voy a creer.
(dreyesvaldes@hotmail.com)