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ORDENANDO EL CAOS

ROPERAZO

Dalia Reyes

¿Qué piensan ustedes del roperazo? No, señor, vágale Dios a usted con esos pensamientos tan disímbolos y desviados, me refiero a regalar cual nuevo lo que durmió el sueño de los justos en el guardarropa.

Yo tengo una discusión interna con ese asunto porque mi conciencia ecológica me tira para el monte y la de señora-de-casino para la ciudad. Claro, su conclusión es buena: son más cabra que de caché, dice la tía Azucena-. Me aboqué a la investigación del tema y, gracias a las 4,567,982 respuestas arrojadas en el Google tras teclear la palabrita, ahora estoy más confundida que antes.

Maritere opina: El roperazo es una práctica cruel, egoísta, deshumanizada y absolutamente tonta, tacañería y pedazo de inconciencia. Por ejemplo, los recuerditos que dan en una despedida, que generalmente no sirven para nada; pasa el tiempo y algún tacaño lo saca del ropero, le da una limpiadita, y lo regala ¿Para qué le serviría a un hombre un rodillo o un liguero de juguete o un corazón de peluche?

Mi querida amiga Teté, en poco alivias mi desazón y mucha habrás creado en las señoras que pasan meses enteros preparando los agradecimientos que, suponen serán exhibidos para la posteridad en la puerta del refri y ahora saben cuán inútiles son. Por otro lado, es tacaño conocido tuyo tiene la deferencia de limpiarlo ¿qué me dices, amiga mía, de aquellos presentes con todas sus manchas recogidas a través del tiempo o los kilómetros recorridos? Y, yendo al último punto, quisiera aclarar esto que, por tu tierna edad desconoces: a un hombre le serviría muchísimo un liguero de juguete.

He pensado en escenarios terribles: alguien tiene un cumpleaños de cierto querido ser y carece de dinero. ¿Debe confesar su pobreza o quizá llevar un preciado tesoro del clóset -que no sea su hermano o algo así- y confesar su procedencia para quedar como paupérrimo, sí, mas no deshonesto? Caramba, qué dilema.

Ari, en cambio, con una actitud positiva, afirma que con la creatividad basta. Ella no duda que le hayan ofrecido roperazo, pero tan bien presentado que el resultado final quedó en felicidad para ambos participantes… hasta que el regalador no pudo con su conciencia y se lo confesó.

Hay en el mundo gente decidida a vivir con lo que otros desechan: ropa, comida, muebles, en fin. Quizá el roperazo deje de ser pecado y hasta se vuelva obligatorio. Pero si estamos dispuestos a ceder ante la tentación de limpiar el guardarropa de indeseables, pongamos reglas: que no sea ropa interior… mal lavada; artículos de oficina… con la tinta baja y a la vista; comida… caducada; ropa… que ya les vimos puesta, ni mascotas… sin entrenar. Por favor.

dreyesvaldes@hotmail.com

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