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Ordenando el caos

Dalia Reyes

Ahora lo sé: poca importancia dan a mi digestión todas esas amables personas cuyas rutinas incluyen decir "provecho" a comensales desconocidos. Una enunciación más bien plana, sin interés genuino en el provenir deparado por las enchiladitas que engullo.

También es una costumbre insustancial esta otra: ilustrar artículos sobre nutrición con la típica mujer ejecutiva -sí, señor, tiene anteojos- comiendo una ensalada y leyendo el diario en tanto sonríe con tal satisfacción como si ante su mirada corriese una de esas películas con final feliz. (Blanca Nieves y los siete enanos, por ejemplo).

Comer en un ambiente agradable es el primer consejo en esos textos. El primer requisito para lograrlo como lo hace la guapísima y exitosa dama, es conseguir el diario de marras, pues si tomamos cualquier alimento con una página de los periódicos locales, seguro, sin llegar al postre, padeceremos una tifoidea repentina, congestión fatal o fobia a las noticias al contar cinco decesos, cuatro amenazas, tres atentados, dos violaciones y sólo un intento por evitar todo lo anterior. Dudo mucho, en serio, que las abundantes notas rojas y coloradas nos ayuden a conseguir ese ambiente recomendado.

Ahora bien, he pensado en lo siguiente: cambiemos el periódico por Vogue, Cosmos o Maxim. Esto, en realidad, sería una trampa para acompañar estrictos regímenes dietéticos, pues al ver tantas chicas por fuera y en interiores -en las páginas, me refiero, señor-, hasta la mismísima ensalada nos engordaría demasiado; una modelo así a la hora de la comida le quita el hambre a cualquiera. ¿Verdad que sí, caballero?

Quizá TV y Novelas, sin embargo, el otro día me puse muy triste, y apenas iba en el plato fuerte. Esto fue a consecuencia de enterarme cómo algunos actores de comedia sufren una depresión bárbara; los de tragedia, andan en la vida loca, y los del amor, nada más no consiguen novio.

Quisiera sugerir a esas publicaciones sugestivas el cambio de imagen. En lugar de la mujer leyendo el diario, quizá una escuchando música, pero con la necesaria aclaración de descartar rock pesado en inglés, al TRI, Molotov, Calle 13. Creo que son demasiadas exclusiones.

En resumidas cuentas, cada quien acomódese como mejor le plazca para disfrutar cuanto le sea posible su comida. En lo personal, no tengo mejor ambiente que uno vivido en mi infancia cuando, justo al medio día, los albañiles de mi abuelo calentaban unas gordas con frijoles a la leña en tanto contaban sus hazañas con la pala y el martillo -y no eran comunistas, fíjense- y el único periódico a la mano lo usaban para espantarse el calor.

(dreyesvaldes@hotmail.com)

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