Una buena imagen es la clave del éxito. Lo olvidado en sí es el concepto de: bueno, imagen y éxito.
Muy sorprendida me encuentro por ello. En estos tiempos, cuando la actualización de todo se logra en un tris y en tiempo real, poco entiendo las razones para mantener en el arcaísmo la idea de presentarse correctamente para recibir a nuestro destino con los brazos abiertos.
Todavía en papel es abundante; en línea, profuso. Sin embargo, aún encuentro consejos como los siguientes, fechados en 2012 (d.C.):
Para la mujer
-Utilice un traje chaqueta, ya puede ser con falda, vestido o pantalón. Una elección que nunca falla es elegirlo en un solo color y en colores oscuros como los azules marinos, negros o grises, proyectan más profesionalismo. Si utiliza falda, lleve siempre medias, incluso en verano. El zapato bajo no es lo más apropiado; lo mejor es un zapato de salón con tacón de entre unos 4-5 centímetros, siempre y cuando la profesión lo permita. Aun así, el zapato como el resto de los componentes, ha de combinarse de manera acertada y armonizando con el conjunto en general.
Para el hombre
-Utilice traje, los más elegantes, los de colores neutros como el gris, el azul marino o marrón y de un color liso o con algún dibujo clásico como la raya diplomática, príncipe de Gales. Los calcetines deben hacer juego con los zapatos o los pantalones. El extremo de la corbata ha de tocar la hebilla del cinturón. El mejor tejido para una corbata es la seda y se debe cuidar que vaya bien combinada con la camisa y el traje. Mostrar un buen aspecto facial es muy importante actualmente.
Nada más alejado de la realidad: si uno asoma la nariz a los empleados genios en Google, todos ellos portan la bermuda más a la mano, sandalias, con o sin calcetines, barbas a medias o completas. Lo mejor de todo es, claro, su salario que supera como 500 veces al de nuestro jefe encorbatado.
Tengo amigas cuya apariencia iría muy bien con un grupo de chicos rockeros o asociación de motociclistas, y se ostentan con fama mundial como investigadoras académicas, cuyos ingresos les permiten adquirir tecnología de punta y actualizarla cada año. Yo me sigo poniendo medias y no he conseguido el talento suficiente para tener una decente plaza magisterial.
¿En qué consiste el éxito, entonces? Mi sobrino es un muchachote de inocente apariencia, quien no tiene inconveniente en pasearse con pijama dentro del súper mercado; su ortografía no le permitiría pasar a secundaria y su mejor elección es un pantalón de manta estampado con sandalias negras. Ahora mismo anda por el mundo capacitando gente en todos los idiomas para una empresa transnacional que lo ha capturado por un salario que le salvará la vida y sin pensión.
Ese asunto de la imagen es, hoy por hoy, lo más vertiginoso que conozco después del Internet. (dreyesvaldes@hotmail.com)
