Quizá ustedes no lo sepan, pero Mambrú murió. Era cosa de esperarse si fue a la guerra, aún sobre el dolor y la pena de quien le cantó a modo póstumo. No es una suposición de lego, sino afirmación con pruebas por escrito: Que Mambrú ya se ha muerto/ ¡qué dolor, qué dolor, qué entuerto!/ Do-re-mi, do-re-fa/ lo llevan a enterrar.
Causa de lo anterior no es que yo haya amanecido como un "cilguero", decía María, la de Cleto, sino la determinación por comprender cuánto la historia y las historias nos han mantenido bajo engaño cruel. ¿Acaso usted no escuchó esa constante sobre la mucha inocencia en que vivían los niños de antes?
Pues no es cierto: esos niños del pasado tenían tanta o más suspicacia en sus cabecitas que los modernos, con un agregado sabroso de pecados: estaba prohibido serlo; hoy, parece que es obligatorio.
El otro día me enteré de la terrible verdad referente a Caperucita Roja. A la pobre niña maltratada debió remitírsele al DIF ante tal necesidad y descuido en su madre. ¿A quién se le ocurre enviarla sola y atolondrada? ¿Qué hacía la madre mientras tanto? ¿Por qué no vivía la abuelita en casa de Caperuza? Nadie podrá respondernos las preguntas, como tampoco tendremos claro cómo pasó la historia original, con detalles del ataque físico por parte del lobo a la protagonista, a convertirse en un aparente juego de las escondidillas. Las moralejas en el pasado estaban escritas con todas sus letras en los cuentos infantiles.
Ahí tienen a Juan Pirulero. Las rondas infantiles siempre incluían este famosísimo tema que, incluso, dio nombre a un programa televisivo. Sin embargo, el hombre no era tan inocente, alegre y festivo como la superficialidad lo trascendió. La historia original describe a un terrible asesino, cuyas acciones maléficas eran coronadas con el sarcasmo. Aquí las pruebas: Juan Pirulero mató a su mujer/ con cinco cuchillos y un alfiler.
¿No eran bastantes los cuchillos sino que agregó un alfiler? ¿No tuvo suficiente con uno? Entiendo el sin sentido de las rondas, pero dicen los sicólogos y siquiatras que todo eso se nos va al subconsciente y ande usted a saber si esa canción es la culpable de mentes tan retorcidas y sueltas hoy en día.
No sabes cuántas perversidades más vivieron los niños del pasado. Sí, señor, también los del presente, todo esto es nada más para que dejen de presumir eso de la pureza en los inocentes del pasado. Además, mucho me temo que esa mentira también está muy relacionada con el 45 aniversario matrimonial de mi tía y los 543 meses de vida que tiene mi prima.
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