A muy poca estabilidad mental aspiramos hoy en día: se multiplican las acciones, se acorta el tiempo, se contraen las distancias y todo parece estar más lejos que antes. ¿No entendieron? Se los dije.
Cada noche llego a la cama con un costal de frustración sobre mis ojos -sí, señor, no quise decir hombros-. Ahí están, a la mano; ni siquiera me exigen andar la corta distancia entre el sofá y el aparato, tan cerca y tan lejos, esos 80 canales esperando mi compasión.
Frente a la televisión, el reloj amenazante penetra la habitación con su tic tac y apunta, certero, entre ceja, oreja y sien: me sabe cobarde y sumisa a sus órdenes programadas y eventuales que cientos de veces provocan interrupciones cuando apenas inicia "No te lo pongas", a la mitad de "American Idol" y justo en el final de "I Carly". Es tan ilógico como imposible: nadie puede explicar cómo en esta época hay tantos canales de televisión y tan poco tiempo para verlos todos.
Durante mucho tiempo me sentí un bicho -una bicha, también- si alguien abría sus ojos como platos cuando mi sinceridad aceptaba jamás haber visto un programa de tal o cual serie. Usaba justificantes como: justo a esa hora leo el Corán. Ahora soy libre de vergüenzas, pues descubrí que a todos nos pasa: mis compañeros de trabajo no se detienen en los capítulos de Clic Clac y muy pocas quieren saber cómo hacer una falda en Despuntadas, entonces me toca ser la sorprendida y ellos se defienden así: ¡Vamos, cuando hay 15 canales con películas de pasión!
Ahora bien, si esta circunstancia nos acecha, sumen todas las opciones para ver y escuchar en los trayectos de un sitio a otro y entonces pasamos a ser de bicho a bicho muerto. No es de Dios esa competencia contra reloj para tener en la mente una lista de programas con todo y sus protagonistas. En mis tiempos -oh- nos preguntaban de corridito algunos libros, sus autores y los nombres y colores de sus caballos.
Sospecho un contubernio entre los administradores de televisión y los sicólogos: si saben lo inútil de cargarnos con tantas opciones en los paquetes básicos ¿por qué lo hacen? He aquí la respuesta: desarrollaremos un sentido de arrancamiento con la sociedad, alienación galopante, inadaptación fatal que nos llevara a la depresión profunda. ¿Verdad que sí?
(dreyesvaldes@hotmail.com)
