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ORDENANDO EL CAOS

UN TELÉFONO ROSITA

Dalia Reyes

Le pedí el teléfono rosita. Insistió en mayores detalles, más especificidad en mi elección; pero yo reiteré el color. Ella me preguntó cuáles eran mis intenciones con el aparato y yo contesté: hablar con él.

Soy una mujer muy funcional en la comunicación y profundamente disfuncional en la tecnología. Así me lo hicieron saber las cien miradas que se posar en mí cuando osé pronunciar esas palabras, pues, tal parece, la raza que usa el celular para hacer llamadas está extinta; yo soy un eslabón perdido, momia viviente, zombi del pasado, yeti congelado.

Como sea, estoy cierta de no ser única. Además de mí, hay un montón de personas que cambian de teléfono con la moda y se sienten "fashionistas" mostrando un artilugio con cientos de funciones, de las cuales, la mayoría muy apenas conocen sus nombres; del resto, sólo usan tres: cámara, videocámara y teléfono; y las primeras son para subir imágenes de sus nietos en el Facebook.

En todo caso, yo he sido honesta con mis necesidades: me gusta usar un aparato de bonito color y con botoncitos para mis dedos gordos; los digitales son aberrantes, porque padezco de gordura digital y cuando presiono el ocho se me va un número entero con todo y envío de llamada.

El aparato hoy en mi poder es el cuarto en mi lista de relaciones telecomunicacionales. En todos los casos -y éste no será la excepción- me ha llevado todo el tiempo del contrato entender sus múltiples funciones, encuentro útiles y asequibles económicamente cinco… y uso las tres consabidas, aun cuando no tengo nietos todavía.

No es por hacerles desaire, como dice el poema, pero yo no quiero ser del vicio. Ya con el asunto de los mensajes una se ocupa jornadas completas y simultáneas: meneada de sopa, mensajito; tender dos pantalones, mensajito; primer semáforo, mensajito, y así. Además están las llamadas gratuitas cuya duración no debe de rebasar los cinco minutos a números frecuentes, las cuales nos permiten enterarnos del chisme completo en tres etapas: protagonistas, cuelga; acciones, cuelga; desenlace, cuelga.

Cuando la gente de la telefónica volvió a sus asuntos y la chica me miró con compasión, me dio a elegir entre dos teléfonos rosas. Me dijo que uno tenía mejor cámara que el otro y dio detalles técnicos para mi elección. Yo le contesté así: el rosita más claro.

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