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Ordenando el Caos

Güera güerinche

Dalia Reyes

En la primaria fue mi compañera Olivia. Una chiquilla delgada y pálida cuya figura, si la conservó, ahora mismo la tendrá como una buena candidata a las pasarelas de Victoria Secret, pero entonces era "Güera, güerinche, mata la chinche con un zapatito del número 15". Ahora pienso que el mote le ocasionaba más tristeza que enojo, pues no recuerdo haber visto en su rostro cambios de tonalidad y tampoco en su voz reclamo alguno, sólo silencio y abstracción.

Ya en la secundaria, las cosas no cambiaron mucho para mis compañeros, quienes, la mayoría, merecieron motes alusivos a los escasos personajes de la televisión entonces: monos, comediantes de pastelazo o bien, deformaciones de los nombres refiriendo, siempre, a animales.

No es difícil recordar cómo, entre hermanos, las hermanas solíamos quedar vapuleadas verbalmente, a quienes mejor nos iba. Yo transité del "bruja" común a un montón de apodos conforme iba cambiando mi anatomía, ni tan agraciada ni tan desdichada, pero siempre inspiradora para los varones habitantes en casa.

Podría decir que, en lo personal, no me afectaron las agresiones, a reserva de adjudicar cierta insatisfacción respecto de la apariencia, inseguridad sobre cómo aparecer en público, a ese antecedente familiar. En realidad, nunca tenemos claro quiénes fueron los arquitectos de nuestro carácter.

Hay algo muy claro en la percepción de esos pasados descritos: nunca contestamos la agresión. Olivia habitaba el mutismo, Raúl se conformaba con sonreír y seguir su camino, yo me enojaba a mares pero no debía responder porque la lluvia de palabras se volvía en granizada, aun cuando tuviera suficientes elementos en mis hermanos como para apodarlos de mil formas muy creativas.

Todo esto hoy se llama bullyng y, por alguna razón, se volvió una falta y está en vías de convertirse en delito. Pero siempre ha existido, como me dijo la directora en un bonito colegio saltillense. ¿Su prexistencia lo vuelve válido? ¿Hay una razón histórica para permitir cierto grado de agresión interpersonal, puesto que así crecimos todos? ¿En dónde termina la socialización para el crecimiento y empieza la violencia?

Debemos combatir la violencia en escuelas y familias, sí, estoy de acuerdo. ¿Y qué hacemos con nuestros pedazos, los de Olivia, los de Raúl, los de Abigaíl….?

Posdata: ¿Vieron cuánta razón tuve para sospechar un poquillo de la decisión tomada por Angelina Jolie? Si no leyeron "Muchas bubis", háganlo y concédanme los derechos de autor sobre pensar que puede tratarse esto de un asunto macro de mercadotecnia, cuyas publicaciones empezaron a partir de ayer.

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