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ORDENANDO EL CAOS

SECO, NADA

Dalia Reyes

Contra toda lógica, algo se nos va a secar. Puede ser una mano, la lengua, la mirada, el lenguaje o la intención; como sea, la ley divina actuará contra los malcriados.

Mamá recuerda cuántas veces cayó sobre su testa la amenaza: "se te va a secar la mano", todo a consecuencia de haber levantado su pequeña e infantil extremidad inferior amenazando a la sacrosanta madre. Eso, lo sabemos todos, no se hace. Las evidencias, viendo las cosas, parecen indicar que la Naturaleza estaba atenta para hacer cumplir las reglas entre padres e hijos y el respeto irresoluto de éstos hacia aquéllos, sean como fueren los progenitores.

Supongo que mamá agarró descuidada a la Madre Natura porque, hasta la fecha, su mano luce bastante normal; además, ella siempre pensó, en su momento, que si caía la desgracia de la resequedad en ella, pues se la mojaba, y listo.

Me van a disculpar, pero tengo serias dudas al respecto. Si la ley divina estuviera vigente, en las calles abundarían secos de manos, pies, bocas, ojos, orejas, mente y demás; sin embargo, yo conozco chicos maledicentes cuyas lenguas parecen bastante humectadas.

¿Qué se le secará a quien peque de pensamiento? ¿Cómo se secan las ideas? Bueno, en todo caso, eso me parece más fácil de encontrar que descubrir a castigados en sus partes anatómicas visibles.

Entiendo, ahora que soy madre, la mucha conveniencia de encontrar algo atemorizante para los hijos, pero creo es más fácil espantar al diablo en tanto esperamos de un buen invento para controlar a los chiquillos modernos. No obstante, el amenazar con cambios radicales, repentinos y permanentes en el cuerpo, no ha dado resultados nunca, desconozco el porqué de la insistencia.

La sociedad está hecha con jerarquías, eso de la democracia social debemos dejarlo para ámbitos políticos, pues si nos colocamos todos en el mismo plano, este mundo hubiese desaparecido ya. Así las cosas, unos buscan controlar a otros, pero, señores y señoras mías, los temas relativos a la súbita aparición de pelos en las manos y la ineludible presencia de extremidades sarmentosas nos dejan muy mal parados como torturadores con licencia.

Por si las dudas, mi madre tenía siempre, muy cerquita, un balde con agua. A mí, nada se me ha deshidratado, eso puede ser prueba de dos cosas: he sido una excelente hija o la madre Naturaleza anda muy apurada atendiendo otras sequías. (dreyesvaldes@hotmail.com)

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