Estoy preocupada. He escuchado tantas historias de contribuyentes pobres y perseguidos por la SHCP. No es que yo tenga un retraso, eso sería terrible a estas alturas, pero, tal vez, sólo tal vez, los ilustres servidores públicos encargados de la cobranza no se hayan dado cuenta de ello.
Si les pasó a mis amiguitos Dolce y Gabanna, quienes dedicarán sus próximos 32 meses a diseñar una línea de uniformes para presidiarios, cuya pasarela será, seguramente, en la celda 41 y, dentro de un año, en Milán.
Ya los vi: las listas en sus ropas serán siempre verticales, para obviar la gordura de algunos reclusos glotones. El pantalón, realizado en lino por la exigencia del color oficial, irá sin pretina, a la cadera y ajustado en la parte trasera a fin de alargar las atrofiadas piernas de quienes purgan cadena perpetua, y con sendos hoyos irregulares en las rodillas. Sólo espero les den libertad en la sala de costura que, se supone, deberá encontrarse en la prisión. Quizá el único inconveniente es que ellos están acostumbrados a diseñar con una estación de adelanto, pero bueno, eso será un nuevo reto del que, seguramente, saldrán airosos.
No es sarcasmo, señor mío. ¿Acaso pasó inadvertido el asunto Martha Stewart, también apresada la mujer por incumplimiento al fisco? Ella ingresó ahí como la dueña del programa televisivo y la editorial impresa y electrónica con más lectores élite en el mundo, y salió súper posicionada, ahora como la señorona capaz de cocinar simples hortalizas que aprendió a cultivar en su pobre rancho texano de incontables hectáreas. Claro, ella lo dijo: en ese trance aprendió cosas muy valiosas, como la humidad, con el agregado de una empresa nueva: Home Martha Stewart Tour, con un precio nada decoroso por conocer sus instalaciones.
Claro está: si a mí me llevan a prisión no tendré hilo para un dobladillo, les valdrá sorbete si el pijama reglamentario me engrosa y los únicos que harán tour por mi casa serán los acreedores. El único cambio en mi empresa será que ustedes encuentren artículos como: "Así sobreviví un año en el infierno", "Como hacer una pequeñísima empresa y ser asesinada en el intento".
No me explico, de veras, cómo hacen los famosos para salir encumbrados aun de sus deslices. Las fotos con el número en su pecho ni siquiera los muestran demacrados, parecen como en pasarela para recibir el premio por otro éxito en sus carreras.
Estaré preparada: vestiré mis mejores galas, maquillaré mis ojeras y me sentaré a esperar el momento. Nadie dirá cómo Dalia Reyes perdió el genio y la figura en mal momento. Por favor, me llevan cigarros, pero de chocolate, porque fumar todavía no se me da.
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