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Ordenando el Caos

HABLO CONTIGO

Dalia Reyes

Aquí, desde esta primera línea, ya tengo una respuesta suya. Eso que está pensando cierra el círculo de la comunicación entre usted y yo. ¿A poco no?

He tenido una larga discusión con quienes están involucrados en los asuntos de los medios. Larga de días, meses y, si lo pienso bien, de todos los muchos años que llevo presa de las letras y las páginas de periódicos.

Es un pleito interno también. No crean, hay días -a veces noches- cuando no me pongo de acuerdo conmigo misma a este respecto, revivo y entablo una vieja rencilla inaugurada con las primeras palabras que alguien tuvo a bien sacar a la luz bajo mi nombre.

Algunos me dicen: comunicar es sacar información a la luz y ya está. Más allá de tener de vuelta una reacción, la acción de comunicar queda terminada cuando hacemos público algo que sabemos o pensamos. Cierto, los medios de comunicación han inaugurado vías por donde responder y cerrar el famoso circuito; entonces, partiendo de esto, me pregunto si las publicaciones que no tienen comentario de vuelta dejan de ser información comunicada.

Ya me dijeron soñadora para agredirme, sin embargo, eso me agradó, porque mi sueño está relacionado con un concepto muy personal de comunicar: para mí se trata de identificarme. Viene de identidad, de reconocernos como parte de algo, y cada vez que tecleo unas líneas estoy pensando en quien me lee y deseo escuchar si están de acuerdo, en desacuerdo o me dan el beneficio de la duda, deseo reconocerme en ustedes.

El ser humano es un cúmulo de información y cuando nos comunicamos estamos transmitiéndonos. ¿Para qué platicamos una pena personal a los amigos sí, finalmente, ellos no la están padeciendo? Esperamos una respuesta, lo hacemos a sabiendas de que nuestras palabras van acompañadas con una parte nuestra, íntima y esencial, ésa es la que nos identifica con ellos, en otras circunstancias nos daría lo mismo contárselo a cualquier desconocido que espera el autobús a nuestro lado, esto si fuera verdad que una reacción no es necesaria para la acción de comunicar.

Ahora que lo escribo estoy segura de algo: no estoy equivocada porque ésa ha sido mi realidad desde que el oficio me atrapó, y la mejor prueba de que cuando escribo lo hago para identificarme es ésta: ahora mismo usted me está leyendo y llegó hasta aquí. Gracias por ello.

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