Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Ordenando el Caos

SUPERMAN NO MUERE

Dalia Reyes

La primera vez que apareció mi nombre como autora de una nota periodística fue en 1987. Titulada "A sus 100 años vive sola, pero no en soledad" -entonces cabían todas esas letras en los titulares- describía la circunstancia de una mujer centenaria, cuya salud despertaba envidias en su hijos, nietos, vecinos y en cualquier mortal de mediana edad.

No era fácil, entonces, publicar el nombre de uno. "Las firmas se ganan", esa fue la primera frase labrada en mi memoria cuando entré, por azares del destino, a una sala de redacción. Los parámetros nadie los discutía: quien lo decidía era un monumento a la entereza y la seguridad que envidiarán, hasta hoy, muchos generales de división. Además, yo no tenía autoridad ninguna ni conocimiento de causa para preguntar siquiera, el cómo: me fui a la calle y busqué, a golpe de talón, mi fama.

Aquello fue Utopía. Éramos, literalmente, una isla rodeada de ciertas marismas variadas, cuyas fieras poco solían visitarnos a causa de nuestra fauna endémica liderada por una leona; en el lugar, la regla consistía en hacer cualquier cosa, pero hacerla de verdad.

Lo que vino después fue una cascada de publicaciones con mi nombre bajo el título. Los temas no eran ya ancianas afortunadas ni profundas entrevistas a escritores, sino artículos personales que surgían de notas voladas. (Llamábamos notas voladas a las que, prácticamente, inventaba el reportero por carecer de información real). No me atrevía a inventar una noticia falseada, así que transformaba aquello en la narración de situaciones probables, comunes y cotidianas en donde todo era posible.

Pasaron ya 26 años y, si usted lo prefiere así, ahora sólo me quedé con ese vuelo que obtuve gracias a la libertad, y como toda liberación tiene un líder, éste o ésta debe de ser reconocido. No se me ha ocurrido erigir un busto de ella en la plaza, tampoco pugnaré por una estatua en cierto rincón para periodistas melancólicos, ni siquiera colgaré una placa con su nombre porque la vista diaria las trivializa. Simplemente, la erijo, cada día, como mi editora sempiterna, madre putativa, en cada palabra que usted lee, ahí va ella entre líneas aunque, por ahora, se me haya ido a donde no viajan las rutas conocidas.

Nunca le reclamé nada en más de dos décadas, ella mandaba siempre y acertaba. Pero hoy me atrevo porque ya tengo, Mayela mía, conocimiento de causa para distinguir las letras, escribir los géneros, hacer que "suenen esas máquinas", saber que las señoras se pueden llamar como deseen, entender cómo las piñatas se cubren todas, aceptar que la coronación es más allá de la media noche y darme por enterada de que al carro no le "jala" la tercera; todo eso lo aprendí contigo. Mas ahora ya no estás, y me declaro incompetente para desintrincar esta duda que expone mi ignorancia; ahora sí te requiero para deshabitar nuestra isla sin llevar a cuestas mi equipaje: ¿No se supone que Superman no muere? ¿Me explicas qué pasó?

dreyesvaldes@hotmail.com

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 894654

elsiglo.mx