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Ordenando el Caos

¿QUIÉN ME CAMBIA EL GAS?

Dalia Reyes

Don Felipe no siguió casado, aunque mi abuela nunca se enteró de eso. El hombre hizo algunos "ajustes" legales para deshacer el vínculo argumentando hasta intento de homicidio. Hoy en día, incluso el riesgo de muerte no es motivo suficiente para que muchas personas decidan a divorciarse en cuerpo y mente de sus parejas.

En la estética conocí uno de los mejores argumentos jamás oídos: "Yo no me divorcio porque ¿luego quién me cambia el gas?". Cierto, es un difícil trance, aunque la señora seguro no sabía del gas entubado o de la entrega a domicilio.

Una amiga dice que no dejará al marido, a pesar que lo mantiene desde hace un par de años, porque no le gusta bailar con desconocidos, y como su familia es grande, constantemente hay jolgorios y eso la pondría en un predicamento.

Otros más dan argumentos más sólidos, como la dificultad que implica repartirse la casa, y como no es cosa de partirla en dos así como Los Roses en su inolvidable película, les da mucha pereza el litigio. No van a dejar el azulejo que pagaron para que el baño luciera tan lindo como está; y mejor se quedan.

El qué dirán es un viejo pretexto, mas, aunque ustedes no lo crean, aún hay mujeres que tienen ya un par de años divorciadas y cuando algún despistado les pregunta por el viejo suelen contestar "Está muy bien, gracias". Quizá no mientan en cuanto al bienestar del que se fue.

El sempiterno argumento son los hijos, a quienes un montón de padres conscientes hacen desgraciados, sería mejor que -con perdón- muchos de esos desgraciados quedaran inconscientes porque lo único que hacen es llevar a niños y jóvenes a una inestabilidad sicológica que se refleja en la escuela y la vida misma de los pobres. Lo que es peor, heredan una tradición de violencia e inseguridad a familias disfuncionales que esperan formar algún día.

La sociedad es una piedra más pesada que la del falso Pípila -resulta que siempre no existió-. Así hayan pasado los años -aunque también resulta que el tiempo no pasa, pasamos nosotros-, seguimos llevándonos como un lastre y no una ayuda; aún están litigando parejas que nada tienen qué hacer juntas, pero sería de muy mal ver que anduvieran separadas.

La iglesia es otro motivo para seguir casados, con quién sea, y si a ésta le sumamos las muy novedosas constelaciones familiares que dicen a los niños "tú sólo tienes un papá, aunque no lo conozcas, así sea Jack el Destripador, es tu padre y ningún otro merece tal nombre".

Me gustaría mucho hablar de esto, me gustaría.

  (dreyesvaldes@hotmail.com)

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