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Ordenando el Caos

BOQUITAS Y BOCOTAS

Dalia Reyes

Es oficial, sí me asustan las bocotas. Conste, señor mío: no quiero aludir a Julia Roberts, María del Sol o Lucía Méndez, sino a aquellas insondables que, siendo tan grandes, resultan con tan poca capacidad para almacenar palabras.

Todo es producto, lo sé, de mi necedad, insistencia inicua por conocer a los demás por su lenguaje; en pocas palabras, dime cómo hablas y te diré quién eres. Y si agrego este último adjetivo, es a resultas de mi reflexión sobre las difíciles circunstancias que algunos tienen para acceder a formas estandarizadas de comunicación.

Recién me enteré, y de la peor manera. Yo, que soy de esas mujeres a la antigua, mantengo la fósil idea de la supremacía axiológica femenina: un hombre es capaz de ser corrupto, pero no una mujer; un hombre se atrevería a ventilar en público su vulgaridad léxica, pero no una mujer. Como sea, y ante las evidencias, yo estoy equivocada.

Todos estos años sostuve como principios de la liberación femenina el derecho a ejercer nuestra capacidad de libre albedrío al tomar decisiones fundamentales sobre nuestra vida, y ser solventes emocional y materialmente hasta donde un bienestar individual lo requiera.

Hoy veo la realidad: ser mujer liberada consiste en elegir cuántas palabrotas se profieren por minuto y en público; en presumir una indeleble autosuficiencia al sumar la mayor cantidad de parejas sumadas en el pasado remoto y reciente, de quienes nada se necesita, porque "para eso somos viejas".

Vieja lo seré, inexorablemente, mas no puedo sumarme al gremio de aquellas quienes han alcanzado la desfachatez suficiente para celebrar su paroxismo. Mis emociones están acendradas en mi ser gregario y no festejo la soledad; mi forma de expresión pública coincide más con Azorín que a Brozo -y a Bozzo-.

No me identifico con los hombres boquiflojos, pero mi sentido de género me hace simplemente ignorarlos; cuando de mujeres se trata, algo me duele por considerar que ese ser es una oportunidad perdida para aprender de ellas.

¿Que las palabras usuales en las bocotas vienen en el diccionario? Claro, todas ellas tienen una acepción principal muy relacionada con la ofensa, si se dieran a la tarea de una consulta formal, sus frases las traducirían más o menos así: vello púbico corta el rabo a un animal a tu mamá -el texto original fue censurado por razones obvias-. Sin embargo, éste es el argumento más lastimero para justificar la boconería, pues, si bien, sus contadas palabras están en los diccionarios, éstos tienen otras cinco mil que no están usando. ¿Hacemos un intercambio? (dreyesvaldes@hotmail.com)

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