El teléfono celular tiene grandes cualidades físicas y metafísicas. Es posible llevarlo con facilidad en los espacios más pequeños e imperceptibles, suena a los ritmos más impensados y viene en variadas y sorprendentes presentaciones. Esto en cuanto a lo físico. De lo otro, tiene una característica de lo más increíble: dota de ubicuidad a su dueño.
¿No lo creen? Lo demuestro enseguida. Uno puede estar al mismo tiempo en Cuba y en Madagascar, en el centro de la ciudad o patinando en hielo. Esto es lo que pasa: quien escucha recibe una ubicación certera sin GPS, y quien habla, se sabe simultáneamente en el lugar de sus deseos. Con esto, el celular nos permite estar por lo menos en dos ubicaciones simultáneas: la que uno dice y la que quiere.
Podría resultar ambivalente esta tecnología portátil de comunicación: por un lado, estimula la mentira, o bien, refuerza la confianza, eso depende de la pretención de quien lo utiliza. Aunque también puede ser selectivo: en algunos casos, se dice dónde está y en otros, sencillamente, no se está donde se dice.
Los trucos para evitar llamadas o confundirlas son numerosos, desde el no escucho bien, estoy perdiendo la señal, así el receptor se encuentra bajo la antena de la compañía; el saldo es la mejor, aunque ahora los planes mensuales vienen a dar en la torre a este recurso. La carga de la batería a punto de expirar es otro buen recurso que sigue vigente, en tanto no encuentre celulares que se carguen con energía solar, aunque cuando esto pase, diremos que estaba muy nublado.
Sin embargo, antes de que tengan malas ideas con lo que antes escribí, recuerden también que el aparatito es un arma de doble filo, porque todo lo registra. Así que fingir ubicaciones inexistentes, llamadas falsas, pérdidas de señal y esas cosas, funcionará siempre y cuando la buena memoria la tengan ustedes, porque cualquier información dotada por su celular será usada en su contra.
Una amiga dijo a su madre, por teléfono, que trabajaría horas extras y debía dejarle a cuidar a su hijo menor. Cuando estaba pasando el mensaje, uno de sus compañeros de oficina le dice con fuerte voz: "Oye, dijiste que nos íbamos a tomar otra cerveza, ¿a poco te vas a ir a trabajar?".
Tengan cuidado señoras y señores, ese asunto de la ubicuidad que regala el celular no es gratuito.