Hago a todos, en este momento, una propuesta muy indecorosa -sí, señor, también a usted- y créanme esto: no importa si me califican de promiscua o de ésas raras, si me tildan descarada, aun cuando cara sí tenga pues son otras cosas corpóreas las que me faltan. De todos modos, decía don Felipe, yo los invito a escaparnos juntos, tengan o no corcel para la huida; hagan una maleta con ropa muy cómoda y ya está, no se requiere más.
Esta acción es a resultas de que en estos días la prisa y los apremios nos traen con los pies aquí y la cabeza sabe dónde; las gastritis, colitis y los estreses son un buen negocio para los farmacéuticos -he llegado a pensar que ellos mandan a las calles a ésos que manejan desesperantemente, a las empleadas de servicios públicos y algunas asistentes médicos del IMSS para enfermarnos-, y todo eso de la mano nos traen de rodillas en estados a punto de morder a quien se nos ponga enfrente -yo hasta mordería a Brad Pitt si se le ocurre pararse por aquí-.
Así las cosas, los invito al paraíso descubierto hace tiempo y hoy, viendo a la humanidad y su deplorable estado, decidí compartir con todos este sitio límbico en donde no pasa nada, ni malos pensamientos -tampoco buenos-, no es necesario resolver conflictos, no hay sufrimiento ni dilema, es más no se requiere pensar siquiera.
La ruta es fácil: nos vamos a encaminar al cómodo sillón de la sala y encendemos el televisor; los destinos son varios, entre ella Ventaneando, La sopa o Caiga quien Caiga, es decir, cualquier programa en donde parece que en cualquier momento pasará algo realmente trascendente pero no, así nos tienen atentos sin preocuparnos y luego nos mandan a seguir igual.
Esta historia de mis viajes "vaya hoy y piense mañana" empezó con Paco Stanley y su Pácatelas. Una hora completa de spa mental, tiempo durante el cual mi única ocupación era decidir si reía o no, cuyos intermedios me permitían una abstracción muy parecida a las que tiene Patricio Estrella en Bob Esponja.
Las rutinas yoguis hablan de lo difícil que es estar en ese trance de no pensar, dejar la mente en blanco, y ya podremos demostrarles nosotros -todos los que se apunten para escaparse conmigo- cómo es algo bien fácil, claro, se requiere de un experto en liviandad mental para que nos guíe, lo bueno es que tienen horarios previos en la tv.
Pensar es, ahora lo veo, algo muy feo e inconveniente. Entonces ¿nos escapamos o qué?
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