El año ha tenido varios episodios de agitación financiera. Uno, aunque pequeño, fue en abril por la situación de los bancos de Chipre, que mostró que Europa está lejos de salir en definitiva de su crisis de deudas soberanas.
El movimiento más brusco y notorio, sin embargo, ocurrió en Estados Unidos (EU) a fines de mayo, cuando Ben Bernanke comentó sobre el retiro paulatino del relajamiento cuantitativo, lo que desplomó temporalmente los indicadores bursátiles alrededor del mundo.
Ese trauma ya se superó, por lo menos hasta ahora. En lo que resta del año, sin embargo, tendremos diversos eventos que pudieran trastocar nuevamente las variables financieras, siendo unos clave para la evolución de nuestros mercados en el corto plazo, y otros para el desempeño de la economía en el largo plazo.
En relación con lo primero, jugarán un papel crucial la crisis de deuda soberana en Europa y la recuperación de la economía de Estados Unidos (EU). Respecto a lo segundo, se ventilarán en México, por enésima ocasión, propuestas de reforma fiscal y energética que son imprescindibles para nuestro futuro económico. En el Viejo Continente, además de las dificultades que día a día se presentan en países como Grecia, Portugal y España, la atención se centrará en el resultado de las elecciones del 22 de septiembre en Alemania, donde está en juego la permanencia de Angela Merkel como primer ministro del país teutón.
Es crucial que Merkel se reelija, pues no hay garantía de que un gobierno distinto mantendría la misma postura frente a los países europeos deudores, quienes sin ella quizá no estén dispuestos a soportar sus penurias económicas que, sin duda, durarán varios años más.
En EU son dos las áreas que tendrán atentos a los mercados financieros. En el terreno fiscal estará el estire y afloje entre Obama y el Congreso sobre la discusión del presupuesto, el alza del límite de endeudamiento y las adecuaciones al esquema de secuestro.
En cuanto a la política monetaria, está la inquietud respecto a la fecha en que la Reserva Federal (Fed) comenzará a salirse del relajamiento cuantitativo, reduciendo sus compras de bonos gubernamentales e hipotecarios, de los 85 mil millones de dólares (mmd) a alrededor de quizá 60 mmd antes que termine el año. El segundo tema de relevancia es la selección del sucesor de Ben Bernanke que pudiera estar entre Janet Yellen y Larry Summers. Una vez que el presidente Obama anuncie su candidato, habrá seguramente una reacción de los mercados y bastante especulación sobre el sello que esa persona imprimiría a la Fed a partir del año próximo.
En el ámbito interno tendremos, sin duda, dos temas que concentrarán nuestra atención en lo que resta del año. El primero es la reforma energética, que a primera vista decepcionó a los mercados que esperaban cambios más profundos a los planteados por la iniciativa gubernamental. La propuesta oficial, que será objeto de una fuerte discusión en el Congreso, es en extremo cautelosa. Para no herir sentimientos nacionalistas retrasó, en vez de adelantar, las manecillas del reloj, aceptando como "modernistas" los planteamientos estatistas de Lázaro Cárdenas en materia de energía, y reteniendo el monopolio de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad.
El otro tema candente será la reforma tributaria, con metas muy ambiciosas de recaudación y que se aplicaría en una economía prácticamente en recesión. Las autoridades de la Secretaría de Hacienda han sido relativamente herméticas al respecto, dejando sólo algunas especulaciones en la prensa y entre particulares. En lo que toca al Impuesto Sobre la Renta se habla de la cancelación del régimen de consolidación, un aumento en la tasa marginal máxima de un 30 al 35 por ciento, así como la desaparición de otros regímenes especiales, tratos preferentes y exenciones, entre los que están las ganancias de capital en la Bolsa Mexicana de Valores.
En lo referente al IVA se ha comentado la posibilidad de que aumente la tasa general del 16 por ciento, así como la aplicación de una tasa menor, quizá entre 3 y 6 por ciento, para alimentos, medicinas y otros productos hasta ahora exentos o sujetos a tasa cero.
Existe, sin embargo, un problema que las autoridades no aclaran cómo van a resolver. Aun cuando se cumplan las metas recaudatorias de la reforma fiscal, los recursos no serán suficientes para financiar los proyectos ambiciosos en materia de gasto social y compensar los ingresos que se perderán al darle autonomía presupuestal a Pemex, porque una gran parte tendrá que destinarse al servicio de la deuda pública cuando se eleven las tasas de interés.
Considerando los eventos mencionados y otros que pudieran surgir, bien pudiera suceder que el otoño termine siendo, para los mercados financieros, más agitado que la primavera y el verano.