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Padres en exceso

A ser buen padre, se aprende.

A ser buen padre, se aprende.

AGENCIAS.-

Ser padres no es una ocupación que se enseña. Tampoco se aprende. Simplemente se vive. Y en este recorrido, el equilibrio y la justicia aparecen como ideales a veces inalcanzables, donde los excesos -aunque los justifiquemos como necesarios- pueden ser muy perjudiciales.

A través de la experiencia de la psicóloga clínica Antonella Barbarito, compartimos algunas exageraciones que, en nuestro afán irreprochable por ser perfectos, cometemos muchos padres en el arduo camino de la crianza.

La excesiva complacencia

La tentación siempre anda suelta y lo más fácil es caer en el desacierto de dar sin límite. "Es el típico caso del niño que pide y los padres que le dan, donde no hay una justa medida".

Las consecuencias de este exceso son más que obvias. "Este niño se acostumbra a recibir, comienza a sentir que todo lo merece y se vuelve sumamente exigente. El día que pide y no se le da, seguramente hará un berrinche que no siempre es fácil de manejar".

Pero más allá de una vergonzosa malacrianza en público -que no pasa de ser un problema a muy corto plazo-, este niño probablemente será un adulto que da todo por sentado, no conoce el valor de las cosas, no sabe qué significa esforzarse para ganárselas y en definitiva, se rinde fácilmente.

"En este caso, el parámetro debe ser complacerlo cuando se lo ha ganado y lo merece, bien sea porque se está portando bien o porque hay una circunstancia específica como, por ejemplo, que ha salido bien en su boleta, que hay avances en algunos temas pendientes o una fecha significativa. Pero es importante que haya un criterio".

En la práctica

- Acostumbre a su hijo desde pequeño a que no es "obligatorio", por ejemplo, pasar por la juguetería y comprarle algo cuando van a un centro comercial.

- Cuando decida comprarle algo (y lo ideal es que sea esporádicamente) hágale ver que ello está atado a algún comportamiento positivo que merece ser recompensado.

- No se deje vencer por los berrinches; cada vez serán menos frecuentes si su hijo se acostumbra a que no siempre se le puede complacer en lo que pide.

La excesiva información

En esta materia y en estos tiempos, es difícil lograr ponderación. "Hoy en día muchos padres se amparan en la era tecnológica para permitir a sus hijos ver y saber de todo. Y es cuando caen en el exceso".

El riesgo es que el niño se encuentre con información que no es capaz de manejar, que no entiende a cabalidad y que utiliza de manera inapropiada, sea en cuanto a sexo, a drogas e incluso a política. Caemos así en el riesgo de formar hijos precoces, adelantados a su edad y que, por el simple hecho de conocer el mundo en exceso, dejan de ser niños antes de tiempo.

En la práctica

- Cuide lo que dice (y cómo lo dice) delante de su hijo.

- Si es pequeño, evite que presencie conversaciones detalladas relacionadas con temas que pueden producirle tensión como robos, secuestros o situaciones violentas.

- Si es adolescente, aproveche momentos de cercanía para indagar qué sabe sobre temas como sexo, drogas o política y anímelo a preguntar, de manera que busque la información en casa y no fuera de ella.

- Manténgase vigilante de la computadora y póngala en un lugar de paso dentro de la casa.

- Conozca a los amigos; las malas juntas no son buenas consejeras.

La excesiva "amistad"

Un error de exceso en el que muchos padres tienden a caer. "Dentro del sistema de familia hay un orden y jerárquicamente los padres están por encima de los hijos; son los grandes y ellos los pequeños. Pero hoy en día todos los padres quieren ser 'amigos' de sus hijos y entonces se confunde la confianza con el manejo de la jerarquía".

Esto no quiere decir que papá y mamá no puedan tener una buena relación de cercanía con su hijo, pero manteniendo su posición y ésta no es de iguales. "En el momento en que los padres empiezan a pretender ser 'amigos' de su hijo (un concepto muy mal concebido hoy en día) se ponen al mismo nivel de él y se exponen a que éste los irrespete, abuse de ellos y se sienta en una camaradería donde es fácil romper esa fina línea que tiene que ver con el respeto".

Los niños que crecen creyéndose "amigos" de sus padres viven confundidos, no reconocen la autoridad y serán adultos con dificultades para respetar el orden y los rangos.

En la práctica

- Mantenga su puesto y no pretenda estar a la par de su hijo.

- No se exceda en la confianza y ponga límites.

La excesiva permisividad

El territorio de los permisos -sobre todo con adolescentes de por medio- puede resultar engañoso, difícil de manejar y los excesos suelen ser malos consejeros.

"Si los padres permiten todo, el hijo va a tender a abusar, será sumamente demandante y puede llegar a ser muy irreverente cuando se le quieren poner límites". Y esto se transfiere a otros ámbitos como el colegial y el social, en el que asume que debe permitírsele cualquier cosa porque en su hogar -donde se sientan las bases de los aprendizajes primarios- no se manejan los límites. A futuro, será un adulto al que le cuesta acatar normas, respetar la autoridad, cumplir horarios y ser responsable.

Aquí, la justa medida es permitir lo que corresponda y cuando corresponda, un terreno movedizo en el que la situación particular y el sentido común son determinantes.

En la práctica

- Ponga límites desde que su hijo está pequeño.

- Si ya es adolescente, analice con cuidado cuál permiso le otorga y cuál le niega, tratando de evaluar por anticipado en qué situaciones está dispuesto a negociar (porque seguramente le tocará hacerlo).

- Anteponga siempre la seguridad, aun cuando ello implique ceder ante ciertas peticiones, como por ejemplo permitirle dormir en una casa ajena para evitar un regreso de madrugada.

- No se deje llevar por el reclamo de la supuesta complacencia de otros padres a permisos que usted niega y averigüe bien antes de tomar una decisión.

- Evite negar permisos sin razones claras y explícitas y procure en lo posible sortear el clásico "porque yo digo".

La excesiva protección

La clásica sobreprotección. "La misma palabra lo dice todo. Una cosa es proteger (lo cual sería estar dentro de parámetros) y otra es sobreproteger". Cuando ocurre lo segundo, los padres no están enseñando a su hijo a resolver los problemas. "Por el contrario, lejos de potenciarlo para que él aprenda a identificar un riesgo y manejar una situación compleja, estos padres lo están haciendo por él. En otras palabras, lo están castrando".

Las consecuencias se verán en un adolescente y -peor aún- un adulto totalmente incapaz de enfrentar dificultades y salir airoso de los problemas.

En la práctica

- Desde que es pequeño permítale sencillos retos diarios que sea capaz de alcanzar y celebrar.

- Guarde distancia y deje que se equivoque.

- Dele la oportunidad de que pida ayuda y no trate de adivinar sus necesidades.

- Demuéstrele que confía en él a partir de las situaciones más sencillas de la vida diaria.

Machos en exceso

Es cierto que... El papá casi siempre es el proveedor.

Pero... Ello no debe limitarse a lo económico sino involucrar otras actividades con los hijos, como leerles un cuento o conversar sobre su día.

Es cierto que... Hoy en día hay papás que cambian pañales, bañan a sus hijos y los llevan al colegio.

Pero... No siempre saben cómo sacarle provecho a estos momentos rutinarios.

Es cierto que... Las necesidades básicas necesitan ser satisfechas.

Pero... Es importante que haya un valor agregado en este proceso.

Es cierto que... La parte afectiva es fundamental

Pero... Muchos papás no saben abrazar ni besar.

Es cierto que... El "qué" es importante

Pero... El "cómo" también debe serlo.

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