Antes de morir, el pasado 8 de enero, Jacinto Faya Viesca envió sus últimas colaboraciones. El Siglo de Torreón las publica de forma póstuma
EL AUTÉNTICO AMOR A UNA PERSONA ES UN SENTIMIENTO QUE SE DA A GOTAS
Es una verdadera locura el creer que muchas personas nos quieren, y el engañarnos que nosotros queremos a muchos. El auténtico amor a una persona es un sentimiento que se da a gotas, como si se tratara de un elíxir de los dioses.
En pocas cosas nos engañamos tanto y tan frecuentemente, como en el creer que queremos a muchos y que somos queridos por muchos. ¿Será cierta esta afirmación, y de serlo y saberla, tendría alguna utilidad práctica muy importante?
Quevedo escribió: "No se ama lo que por otra causa se ama". Y estamos hablando no solamente del amor romántico, como aquella pasión que atrae un sexo hacia el otro, sino en el término más amplio: amor, como el sentimiento afectivo que nos mueve a buscar a determinadas personas y estrechar nuestras relaciones con ellas; amor, como el sentimiento altruista que nos impulsa a procurar la felicidad de otra persona.
Ya lo dijo Aristóteles, somos "animales políticos", seres que tendemos con una gran fuerza a la sociabilidad. Sabemos, que nuestros primeros ancestros existieron hace seis millones de años. Sabemos, que si la especie humana (una de las ciento noventa y tres especies de simios y monos que actualmente viven) no hubiera desarrollado el instinto y el sentimiento de sociabilidad, nos hubiéramos extinguido hace cientos de miles de años, ya como Homo Sapiens.
Las pequeñas tribus, primero en el África (continente del que provienen nuestros primeros antepasados), luego en Asia y Europa; después, ya en pequeñas villas, y más tarde en muy pequeñas ciudades, siempre, los seres humanos se han prestado ayuda unos a los otros. Esta ayuda mutua no nació como tampoco nace ahora, gracias a los sentimientos de amor de unos hacia los otros. Nace y se desarrolla esta cooperación gracias al interés y a la conveniencia mutua. Esto no es detestable, pero así suceden las cosas. La "necesidad" es la madre de la solidaridad y del deseo que unos a otros se ayuden, y rarísimas veces, es una consecuencia del amor.
"La necesidad es un eficaz remedio para robustecer la humana flaqueza", escribió el Romano Valerio Máximo.
Mucha razón tuvo Séneca al haber escrito: "La necesidad suele tener más fuerza que el afecto".
"No se ama lo que por otra causa se ama", dijo Quevedo. Podemos admirar enormemente a una persona que vivió hace siglos o que vive actualmente. O bien, podemos conocerla y tratarla con frecuencia, admirándola en alto grado, pero no por ello la queremos necesariamente. Por nosotros podrían sentir lástima, respeto o admiración, pero no necesariamente querernos.
Inclusive, podremos conservar relaciones personales desde hace mucho tiempo, en base a que esas personas nos agradan o nos ayudan mucho, o porque nos interesa su relación, o por otras causas, pero no por ello nos tendremos que amar.
Podremos ser muy solicitados por muchas personas y por múltiples razones, pero contados con los dedos de las manos, seremos queridos por algunas personas. Inclusive, entre hermanos el verdadero amor es algo raro; y en las relaciones profesionales raro es también, y es que entre hermanos y conocidos la rivalidad, envidia e incomprensión, es moneda corriente que todo lo echa a perder.
Nada de esto nos debe asustar; pero conviene que no seamos tan ingenuos y vanos en creer que somos amados, es decir, verdaderamente queridos por muchos. Simplemente, en un velorio nos damos cuenta que los amigos, conocidos y parientes acuden por un sentido de cordialidad o compromiso, pero son muy pocos los que lloran amargamente el fallecimiento del "velado".
Pero nada de esto es una desgracia, ni nada podemos hacer por cambiarlo. Solamente seamos conscientes de que aun siendo verdaderamente queridos por muy pocos, y querer sólo a unas cuantas personas, podemos disfrutar en gran medida nuestras relaciones con un buen número de personas.
Querer y ser queridos son como gotas casi divinas, que cabrían en un hermoso gotero pequeñísimo.
jacintofayaviesca@hotmail.com