LA CIENCIA NOS PROMETE TODO, PERO LAS PROMESAS NO LLEGAN A CUMPLIRSE
La expectación ante el futuro, nos tiene atrapados en sus garras. Y lo peor de todo, es que conscientemente pensamos que el futuro ya no juega un papel importante en nuestras vidas.
Esta falsa creencia, nos hace daño día a día, pues nuestro subconsciente está nutrido de un interés vivísimo en el futuro, interés del cual no somos conscientes.
El ser humano siempre se ha preocupado enormemente por el futuro, por su porvenir personal. Desde tiempos inmemoriales, los astrólogos jugaban un relevante papel en sus comunidades y en los reinados. Los adivinos que arrancaban las entrañas de animales para ver en ellas lo que vendría más delante; los intérpretes de las condiciones climáticas para valorar una batalla; los que hacían augurios según el vuelo de ciertas aves, etc., todos ellos, a través de miles de años, fueron inoculando en la sangre de toda la raza humana, una venenosa mezcla de miedo y esperanza ante el futuro.
Era tanto el miedo por el futuro, que hace dos mil años, el apóstol San Lucas, afirmó: "Deja que la mente humana permanezca ignorante del futuro". Y también, hace dos mil años, el apóstol San Pablo, dijo: "Comamos y bebamos, que mañana vendrá la muerte".
Pero hoy en día, las cosas son totalmente distintas. Del año 1915 en adelante, la Primera y Segunda Guerras Mundiales, y los extraordinarios avances científicos y tecnológicos, los hombres han modificado sustancialmente su valoración sobre el futuro. Antes de 1915, los seres humanos sentían una mezcla de miedo y esperanza ante el porvenir. Y ahora, para el filósofo marxista Ernst Bloch, el miedo que antes se sentía ante el porvenir, está casi anulado. Miedo, que ha sido sustituido por la "esperanza".
Los historiadores situaban la "Edad de Oro" en el pasado, mientras que las personas de hoy en día, situamos a la "Edad de Oro" en el futuro. Como vemos, se dio un giro de 180 grados. Sufrimos en nuestra época actual de tal ceguera, que equivocadamente pensamos que nuestra "esperanza" en el porvenir, la fundamentamos en una ciencia que avanza tanto, que será capaz de resolver los problemas de la humanidad y de cada uno de nosotros.
Se nos escapa de manera increíble el hecho de que nuestra personal "visión del mundo" es anterior a nuestra apreciación por el avance científico. Creemos, erróneamente, que nuestra "visión del mundo", es una derivación de nuestra admiración y alta estima por la ciencia. Esta confusión es tan grave, que vivimos permanentemente en un estado de angustia existencial, pues al no ser conscientes de que primero esta nuestra visión personal del mundo (miedo, deseos, ideales, limitaciones, virtudes, vicios), ingenuamente pensamos que nuestra "visión del mundo" es firme, pues está basada en lo más avanzado de la ciencia.
¿Y qué pasa con nuestro subconsciente que almacena una ancestral visión del mundo que nada tiene que ver con la ciencia? Lo que sucede, es que las personas entramos en un conflicto tan grave, que aun cuando "esperamos" la "Edad de Oro", nuestra inteligencia no entiende, cómo es posible que existiendo una ciencia avanzadísima, mil doscientos millones de seres humanos padezcan hambre cada día, que mil millones de personas no tengan accesoa al agua potable, que vivamos en un atraso moral donde el crimen, la violencia y la crueldad, no muevan nuestro corazón.
Antes de 1915, ante el futuro se sentía un intenso miedo. Después de esta fecha, las personas fueron anestesiando o anulando este miedo ante el porvenir, y lo sustituyeron por una "esperanza" utópica, confiados en que el nuevo milagro para todos los males, lo constituía la ciencia.
Pero los seres humanos no somos tontos: ¿la ciencia que produjo la bomba atómica y que tiene en jaque a todas las naciones del planeta, es una muestra de esa segura "esperanza"? ¿Y los inmensos avances para combatir cientos de enfermedades, por qué razón no llegan a los países pobres? Y los enormes avances científicos en materia de producción de alimentos, nos presenta la paradoja de que hay hoy en día suficiente alimento para mantener a más personas de los que habitan la Tierra, pero la poderosa magia capitalista prefiere tirar los excedentes alimenticios a fin de que no bajen los precios. La lógica de esta sociedad supercapitalista desquiciada, es esta: "La mayor ganancia a toda costa". ¿Y la justicia social, la moralidad y la compasión, en dónde quedan? La sociedad capitalista respondería: "búsquenla en cualquier rincón de la galaxia, menos en nuestro sistema".
Las cosas están muy claras: la espera en el futuro de la "Edad de Oro", espera basada en la ciencia, está creando en el mundo más dolor, sufrimientos y gravísimas confusiones, que en épocas anteriores. En edades pasadas, el miedo al futuro era intenso, y esto propiciaba, que el hombre luchara ante una realidad cierta. Hoy en día, la espera del futuro nos tiene entre sus garras: la ciencia nos promete todo, pero las promesas no llegan a cumplirse. En épocas anteriores, había mucho miedo al futuro, pero el hombre sabía que debería servirse de los mejores recursos para enfrentar los problemas del porvenir. Hoy, el hombre deposita su esperanza en la fantasía de que la ciencia le resolverá sus problemas, descuidando la dura realidad, contra la que podría luchar si fuera consciente de que siempre está evitando la dura realidad que se presentará en el futuro.