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PALABRAS DE PODER

'Las ilusiones son el pan de los tontos'

JACINTO FAYA VIESCA

Columna póstuma

¡LOS PROBLEMAS SON INEVITABLES, PERO NO HAGAMOS DE ELLOS EL GUIÓN TRÁGICO DE NUESTRAS VIDAS!

Una de las más graves ilusiones de un gran porcentaje de los seres humanos, radica en tener la "esperanza" de que sus vidas lleguen a estar ausentes de problemas. Y no tanto por estos mismos en sí, sino por los sufrimientos emocionales y dolores físicos que conllevan.

"Las ilusiones son el pan de los tontos. El hombre fuerte los toma como licores fuertes, cuando siente la necesidad de embriagarse. Remedio contra el tedio", escribió el conde de Vigny.

Les tememos a los problemas por el grado de dolor físico o de sufrimiento emocional que pueda provocarnos. Y este temor es absolutamente normal, pues ninguno de nosotros desea sufrir, a excepción de que sepamos que después de ese sufrimiento recibiremos placeres o satisfacciones mayores.

El problema empieza al creer que podemos estar blindados contra todo tipo de problemas. Esta ilusión es irreal, ya que "siempre" durante toda nuestra vida estaremos inmersos en problemas o conflictos. Nuestra naturaleza humana no goza de ningún atributo para que podamos escapar a problemas causados por el azar, por nuestros genes, por circunstancias, o por nosotros mismos.

Estaríamos fuera de nuestro juicio si quisiéramos que nos llegaran problemas que nos causarían sufrimiento. Igualmente, estaríamos fuera de nuestro juicio si pensáramos que vamos a ser inmunes a una gran cantidad de problemas. Tantos más, en la medida que nuestra vida se alargue en el tiempo.

El director de cine sueco, Ingmar Bergman, escribió: "La vida es una interrumpida e intermitente sucesión de problemas que sólo se agotan con la muerte".

¡Los problemas son inevitables, pero no hagamos de ellos el guión trágico de nuestras vidas! ¡Aceptemos de una vez por todas, que durante toda nuestra vida estaremos navegando entre problemas y dificultades! ¡Si aceptamos este hecho irremediable, habremos dado el paso más importante: los problemas nos parecerán algo "natural" del que ningún ser humano puede escapar!

Cuando surjan nuestras adversidades, solamente tendremos dos opciones: o los negamos y les damos la vuelta, o los confrontamos con toda nuestras fuerzas físicas, intelectuales, emocionales, y espirituales. Sólo confrontando nuestros conflictos es como podremos resolverlos o atenuarlos; y si nada de esto fuera posible, los aceptaríamos con dolor, pero con una gran dignidad espiritual y con nobleza.

Los problemas crean en nuestro espíritu nuevos órganos y fuerzas. El primer ministro de Inglaterra, Disraeli, tenía la razón al haber dicho: "Nunca se es tan grande como en la adversidad" y también estuvo en lo cierto Horacio, poeta de la Roma Antigua, cuando escribió: "La adversidad tiene el don de despertar talentos que en la prosperidad hubieren permanecido dormidos".

Enfrentar los problemas nos convierte en personas más aptas para vivir. De hecho, es imposible que podamos crecer espiritualmente sin confrontar las dificultades. Los conflictos son la única fuente de nuestra sabiduría. Las adversidades desarrollan nuestro coraje. Nuestra valentía no podemos fortalecerla en las blanduras de la vida. Los grandes aviadores no adquieren sus capacidades en los cielos claros y tranquilos; necesitan de las turbulencias para poder forjarse como verdaderos pilotos. Los navegantes sólo adquieren experiencia navegando en los mares encrespados.

Ya lo dijimos: nos faltaría el buen juicio si estuviéramos entercados en buscar problemas innecesarios, y estaríamos trastornados si gozáramos con los sufrimientos de las dificultades. Los humanos tendemos genéticamente a la búsqueda del placer y a evitar todo tipo de dolor. Esto es lo normal. Pero si el vendaval ya se nos vino encima, nada mejor que confrontarlo.

Lo que sucede, es que la sociedad moderna nos ha enseñado desde nuestra infancia, a forjarnos la idea de que debemos ser felices a toda costa, y que si no lo somos, es por nuestra culpa. Se nos ha dicho, falsamente, que todo está en nuestra mente, y que depende de cada uno ser tan feliz como se quiera. Que sólo basta poner nuestra mente a nuestro servicio para resolver los problemas, evitar los sufrimientos y alcanzar lo que más queramos.

Estas corrientes del pensamiento orientados a querer ver todo "color de rosa", y a depositar en nuestro optimismo el destino de nuestras vidas, nos ha causado un daño muy grave. La realidad es que la vida es dura, y para muchos, durísima. Y nada peor en creer que todo será dulzura con sólo desearlo.

La sociedad de nuestro días nos ha impreso en nuestro carácter una verdadera "fobia" ante los problemas. Estas equivocadas enseñanzas del "poderoso optimismo" nos han descarrilado de la realidad.

La solución está en la nobleza de nuestro espíritu, en luchar con bravura y dignidad ante las dificultades. Como seres humanos somos muy limitados, pero dentro de esas limitaciones podemos contar con un intrépido corazón y con un alma grande para luchar contra todo tipo de dificultades que la vida nos vaya presentando.

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