Columna Póstuma
Es maravillosa la forma en que los seres humanos nos crecemos ante los obstáculos
Resulta asombroso que frente a casi todas nuestras grandes realizaciones ni siquiera pensamos algún día en ellas, y si por casualidad nos vimos en la necesidad de pensarlas, nuestra primera reacción emocional fue la de ¡no puedo!
Es muy cierto que la necesidad es la madre de la ciencia. Los seres humanos no estamos diseñados por la Naturaleza ni por la cultura para trabajar "en frío". Es muy raro, muy poco común, que emprendamos algo valioso para nosotros si por "alguna causa" no nos sentimos en la necesidad de hacerlo.
"La necesidad apremiante es más eficaz que cualquier arte", decía un refrán de la Roma Antigua.
Está comprobado a través de la evolución del hombre, que nuestros antepasados de seis millones de años, y nosotros como Homo Sapiens, con una existencia de hace más de cien mil años, encontramos en la "necesidad" el motor fundamental para nuestra sobrevivencia. Seguramente, si la Naturaleza hubiera sido más benigna con nuestros antepasados, la especie humana no se hubiera desarrollado ni sobrevivido.
Ni las blandas almohadas, ni la abundancia, crearon jamás algo grande. Vivimos en un mundo de innumerables necesidades físicas, emocionales y espirituales; necesidades como la hambruna y la pobreza patrimonial, que nos desgarran el alma. Pero si volteamos para atrás y estudiamos las condiciones miserables de nuestros antepasados de hace miles de años (eras glaciales, sequías, inundaciones, escasez de alimentos) nos parece imposible que nuestra especie humana pueda haber sobrevivido.
No se ha estudiado a fondo qué sucede con las personas cuando se enfrentan a "situaciones límite", como las llamaba el filósofo Karl Jasper. Situaciones límite ante la hambruna, ante los peligros de muerte, ante las gravísimas adversidades de la naturaleza o ante las guerras.
¿Qué sucede? ¿Qué hace posible que pueblos enteros hayan vencido incontables adversidades? ¿Qué sucede en el alma y cuerpo de personas en lo individual y de sociedades enteras, que han salido victoriosas ante devastadores golpes de la Naturaleza?
Padecemos las personas de múltiples debilidades, pero ante la necesidad y peligros, nuestro espíritu se hincha y nuestro cuerpo y alma se fortalecen enormemente. Esto lo advirtió brillantemente en la Roma Antigua, Valerio Máximo, al haber escrito: "La necesidad es un eficacísimo remedio para robustecer la humana flaqueza".
En la Roma Antigua, el historiador Tito Livio, escribió: "La necesidad es la última arma y la más terrible". Estos pensamientos de poetas y pensadores de la Antigüedad, han sido convalidados por la ciencia de hoy en día. ¿Qué le sucede a una persona o a un pueblo ante graves peligros y extremas necesidades? Aun cuando este tema ha sido poco investigado, sabemos lo siguiente: en condiciones normales, solamente entra en juego la inteligencia y algunos afectos. En cambio, ante situaciones extremas, la persona saca a flote su "carácter entero".
Podríamos entender por "carácter entero", su juicio, sólo que a niveles más profundos. Los extremos problemas despiertan en las personas lo más puro de su "instinto de conservación", que en su núcleo, es un instinto "animal" de una extremada fuerza. Las "situaciones límite" o problemas extremos, despiertan los recursos más valiosos de todo ser humano: sus emociones más extremas como el odio, la valentía y el amor, despiertan la intuición y todo el abanico de sus pasiones. A esto le llamamos, "carácter entero".
Con relación a lo que estamos hablando, nuestras grandes realizaciones son el resultado de la convergencia de múltiples factores: ante esa necesidad o problema extremo, una vez que han surgido emociones como la valentía, esta emoción despierta y desarrolla un deseo muy fuerte por salir adelante. Este deseo potencia y genera una gran capacidad de lucha ante los obstáculos.
Todo esto que ocurre en el plano de las emociones, empieza a darse en la dimensión de las creencias. Quien ante el problema o necesidad "límite" ya está inmerso en la valentía, en el intenso deseo por salir adelante, y ante un gran incremento de su capacidad de lucha, comienza a generar no la vaga idea, sino la firmísima convicción de que "él va a poder" lograr y superar ese problema o necesidad.
Se trata ya de una poderosa convicción que a su vez catapulta su viva imaginación, viéndose como victorioso. Todas estas ideas y emociones tienden de forma natural a materializarse en actitudes y conductas. Es el momento en que se da el fenómeno de la "sinergia", entendida como el concurso activo de varios factores para realizar una actividad.
Todo lo anterior no es una cuestión "mentalista". En el concurso de emociones, convicciones y conductas, terminan potenciándose unas a las otras. Aquí, la suma final no corresponde a la suma de cada una de las emociones, conductas y convicciones, sino que de cada factor combinado con otros, el resultado (que nunca es medible matemáticamente) pudiera ser de mil, cincuenta mil o más.
Todo esto se da en el terreno del cerebro. Esta sinergia permite que los apéndices neuronales se estiren y entren en contacto con otras neuronas. Se producen cambios plásticos en las redes neuronales y en la química cerebral. Esto no es mera imaginación, sino descubrimientos científicos de la neurobiología.
El ser humano a través de su evolución ha operado estos mecanismos sin ser consciente de cómo se producen. ¡Nosotros podemos operarlos con la conciencia de que es siempre posible hacerlo, y que en este sentido, somos más grandes que nuestras necesidades y problemas!