EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Palabras de poder

Más no es mejor, ni menos es lo ideal Solamente la ética y la sensatez de las personas será lo que podrá salvar a nuestro planeta

JACINTO FAYA VIESCA

“Nada en demasía”, escribió el pensador Cleóbulo de la Grecia Clásica, ganando con esta frase el prestigio de hombre sabio.

¡No hay duda!: el capitalismo desenfrenado que nos impulsa a consumir de todo y a devastar los bosques, ensuciar el aire, el agua potable y los mares, no es el mejor sistema económico al que podemos aspirar a fin de vivir una mejor vida. Pero aun así, este sistema es muy superior al comunismo y a los socialismos empobrecedores.

El Primer Ministro de Inglaterra, Winston Churchill, una vez dijo, que la democracia era el peor sistema de gobierno, “a excepción de todos los demás”. Lo mismo podemos decir del capitalismo: es el peor sistema económico, “a excepción de todos los demás”.

Ante los excesos de capitalismo, han surgido teorías “antidesarrollistas”, es decir, pensadores que se inclinan a frenar el progreso económico. Obviamente, esta no es la curación apropiada para nuestro capitalismo enfermo, independientemente de que pecaríamos de ingenuos al pensar que la población mundial y sus gobiernos, pudieran inclinarse a un crecimiento económico restrictivo.

El eminente sociólogo, Lipovetski opina que “Romper con la sociedad de crecimiento se presenta como la única solución capaz de restaurar un mínimo de justicia social. Además, el crecimiento forzado es devastador para el equilibrio mental y social, porque esclaviza al dinero y a las mercancías, reduce la importancia de la vida social y atrofia las buenas relaciones. ´Menos mercancías, más solidaridad´, proclaman los que hoy llaman a salir del desarrollo y el economismo”.

La empresa encuestadora de fama mundial, Gallup, dio a conocer hace un mes los resultados de los pueblos más tristes e infelices de la tierra. Francia resultó contener la población nacional más triste de todas las naciones. El segundo lugar en tristeza e infelicidad lo ocupó Islandia, y el tercer puesto le correspondió a Inglaterra.

En cambio, países como Colombia y Puerto Rico, se encuentran en los primeros lugares de felicidad. Francia e Inglaterra, quinta y cuarta población con mayor riqueza “real”, viven en un consumismo desenfrenado y frívolo, y aun así, su felicidad está en los suelos.

Y es que no nos hemos dado cuenta de que una vez que gozamos de los ingresos necesarios para vivir una vida decorosa, “más dinero” no se traduce en “más felicidad”. Los ingresos por habitante en los Estados Unidos de Norteamérica, Japón y Alemania, son tres veces mayores que hace cuarenta años, pero no podemos decir que hoy en día las poblaciones de esos países gozan del triple de felicidad que hace cuarenta años.

El capitalismo sigue siendo el mejor de los sistemas económicos, pero ello no significa que no padezca de enfermedades y fracturas. Frenar la codicia, la envidia y el lacerante miedo de dejar de ser competitivos por parte de los grandes capitalistas, se nos presenta como algo imposible. La curación del capitalismo va surgir de fuentes muy diferentes: gobiernos que frenarán la producción y venta de productos dañinos para las personas y la ecología; organizaciones no gubernamentales que presionarán a los gobiernos del mundo a encauzar el gasto público hacia programas de reforestación y cuidado del agua potable, cuya disponibilidad ya se considera como uno de los problemas más graves para la humanidad dentro de los próximos veinte años.

Los científicos están tomando conciencia que las ciencias no pueden estudiarse y operarse solas, sino que de manera indispensable, deben estar vinculadas con la “ética privada” y la “ética pública”. El futuro de una vida mejor para las personas, tendrá que darse en un ambiente de libertad y de persuasión democrática y jamás con medidas gubernamentales coercitivas y dictatoriales, pues ello constituiría un desastre para la salud social.

Si bien, “más no es mejor” en todos los casos, como tampoco “menos” es siempre lo ideal, la máxima de Cleóbulo será una guía para los actos públicos y privados: “Nada en demasía”. Es decir, que los correctivos a las enfermedades de la aterradora desigualdad de los ingresos económicos del capitalismo, no podrán venir de las ideologías o de los fundamentalismos religiosos. Solamente la ética, la prudencia, el buen juicio, el sentido común y la sensatez de los habitantes de cualquier país, será lo que podrá salvar a nuestro planeta y curar las enfermedades del capitalismo salvaje y del consumismo enloquecedor, de los que creen, ingenuamente, que consumiendo más, alcanzarán mayores niveles de felicidad.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 843526

elsiglo.mx