Desde su sorpresiva designación, el Papa Francisco I --el número 266 de la Iglesia Católica--, llegó decidido a hacer historia al ser el precursor en muy variados ámbitos.
Es el primer pontífice originario del continente americano, el primero de habla hispana, el primer jesuita en llegar al trono de San Pedro, el primero también de Argentina y por si fuera poco será el primer Vicario de Cristo en llevar el nombre de Francisco.
A sus 76 años de edad y quince como Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio fue elegido Sumo Pontífice por más de las dos terceras partes de los 115 cardenales participantes durante el segundo día del cónclave en la Capilla Sixtina.
Se cuenta que hace ocho años, cuando fue escogido Joseph Ratzinger, el cardenal Bergoglio ocupó el segundo lugar, versión que difícilmente podrá ser confirmada con pruebas porque las papeletas para votar se queman en la chimenea de la capilla luego de cada elección.
Lo cierto es que el prelado argentino no sonaba entre los finalistas, quizá porque se trata de un hombre sencillo, austero y de bajo perfil. Vive en un pequeño dormitorio de la Catedral de Buenos Aires, no tiene personal a su servicio, viaja en transporte público y rehúye las entrevistas en los medios de comunicación.
El papa Francisco I hará también historia porque nadie esperaba que se eligiera a un cardenal cercano a los 80 años de edad y mucho menos que fuera de formación jesuita. Bien dice la tradición en El Vaticano que quien entra al cónclave como "papable" sale cardenal.
Todavía impresionado por su nombramiento y por la multitud que lo esperaba en la Plaza de San Pedro, el nuevo pontífice dedicó más tiempo a orar que a hablar sobre su planes al frente de la Iglesia lo que manifiesta su humildad y naturalidad. Pero sin duda la característica principal del nuevo pontífice es su firme opinión en los asuntos religiosos, además de su inclinación hacia las actividades pastorales.
A Juan Pablo II se le recuerda por su carisma y su labor evangelizadora mientras que a Benedicto XVI se le reconoce por su espiritualidad y su sabiduría teológica que sirvió para cimentar los avances del mundo católico de cara al tercer milenio.
Bergoglio, al igual que sus predecesores, tiene muy definido su pensamiento sobre los temas de actualidad como el aborto, el matrimonio entre homosexuales, el celibato en el sacerdocio y la participación de la mujer en la Iglesia.
Es además directo y franco al expresarse lo que le ha llevado a entablar fuertes polémicas en la Argentina con el gobierno de Néstor Kirchner y recientemente con el de Cristina Kirchner.
En su carta pastoral con motivo de la Cuaresma, el entonces Arzobispo de Buenos Aires enfatizó: "El drama está en la calle, en el barrio, en nuestra casa y, por qué no, en nuestro corazón. Convivimos con la violencia que mata, que destruye familias, aviva guerras y conflictos en tantos países del mundo".
Añadió que "el imperio del dinero con sus demoníacos efectos como la droga, la corrupción, la trata de personas - incluso de niños - junto con la miseria material y moral son moneda corriente. La destrucción del trabajo digno, las emigraciones dolorosas y la falta de futuro se unen también a esta sinfonía.
"Nuestros errores y pecados como Iglesia tampoco quedan fuera de este gran panorama", aceptó Jorge Mario Bergoglio e invitó a sus fieles a rasgar sus corazones y abrirlos a Dios para enfrentar tantas heridas que nos dañan y "para experimentar en la oración silenciosa y serena, la suavidad de la ternura de Dios".
A pesar de su edad y de que le fue extirpado un pulmón hace muchos años, el nuevo Papa luce enérgico y de buen talante por lo que seguramente enfrentará pronto los asuntos complejos que vive la Iglesia Católica como el escándalo de los sacerdotes pederastas, las finanzas del Banco del Vaticano y las campañas mediáticas en su contra.
¡Sea bienvenido el Papa Francisco I!
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