La deuda de los estados se convirtió en una bola de nieve que hay que parar de alguna manera. La irresponsabilidad con la que se endeudaron los estados, con una actitud literalmente de ricos nuevos, comprometió seriamente el desarrollo de muchas entidades del país. El caso más sonado y extremo es el de Coahuila en donde el gobernador Moreira no solo endeudó al estado irresponsablemente, sino con formas poco ortodoxas y hasta ilegales (uno de los casos que se investiga es la falsificación de un periódico oficial para contraer deuda con un banco fuera de Coahuila), pero no es el único. Tampoco se puede decir que sea un mal de gobernadores priistas, como lo han querido manejar algunos senadores, sino de todos los partidos. Contraer deuda era además un gran negocio personal de los secretarios de finanzas, pues los bancos, siempre prestos a la mochada, pagaban comisiones por debajo del agua a cambio de cobrar tasas criminales.
La nueva ley aprobada en el Senado de la República busca controlar la deuda de los estados por la vía de ponerle papá y mamá a los gobernadores. Antes los estados y municipios tenían que registrar su deuda en Hacienda, y este trámite burocrático se prestaba a que hubiera algunos jaloneos y favores políticos, pero a la postre la Secretaría terminaba registrando todo. En la nueva propuesta los estados y municipios necesitarán autorización expresa de Hacienda. Videgaray será el dueño de la tarjeta de crédito y lo que tendrán los gobernadores será una adicional, dice el senador Mario Delgado a manera de ejemplo. Papá Videgaray o el secretario en turno revisará los proyectos, le pondrá límite a la tarjeta y podrá bloquear el crédito de los gobernadores mal portados en el momento que lo desee.
Pero no sólo eso. Después de ir con papá Videgaray tendrán que pasar con mamá Senado a que les revise la tarea. Para la autorización final los gobernadores tendrán que presentar junto con el plan de deuda un compromiso de buen comportamiento ante los senadores: no se le autorizará deuda a quien no presente un plan para aumentar ingresos propios y otro para reducir nóminas.
Los planteamientos de los senadores buscan objetivos que son realmente plausibles: solo autorizar deuda para proyectos concretos de infraestructura y condicionar ésta a un mejoramiento paulatino, pero simultáneo de las finanzas públicas, pero el problema es que esta propuesta es claramente violatoria del principio de soberanía de los estados y la autonomía municipal. Será muy difícil que esta ley pase por la Cámara de Diputados donde los gobernadores, a fin de cuentas, tienen mucha más presencia y forma de influir en las decisiones de sus diputados.
No hay que satanizar la deuda como instrumento para adelantar bienestar. Y, aunque está claro claramente no se le puede dejar a los gobernadores y alcaldes que hagan los que quieran, tampoco podemos regresar a las épocas en que todos nos tratábamos como menores de edad.