La muerte de Pedro Ojeda Paullada coincide con la coyuntura política que vivimos. Se está marcando un hito en nuestra historia. Es el paso de una larga etapa del PRI, interrumpida durante los últimos doce años por gobiernos panistas. El retorno del viejo partido que gobernó al país durante más de 70 años suscita reminiscencias de viejos estilos de gobierno que durante tanto tiempo definieron al país.
Miembro de la generación "Medio Siglo" de abogados que entramos en 1950 a la UNAM, Pedro llegó a ocupar puestos importantes en el sistema político del país. Tras el remolino de la Revolución de 1910 y la reestructuración de la segunda posguerra México realizó un cambio profundo en su fisonomía.
Atrás quedaba el escenario en el que unos pocos países determinaban el destino de miles de millones de gentes. En los 50 años que transcurrieron desde que iniciamos nuestra vida universitaria los equilibrios mundiales habrían de alterarse.
El gran encuentro de la UNCTAD en Ginebra en 1964 lo confirmó. Aparecían nuevos actores en el teatro internacional hasta entonces reservado a la rivalidad de las dos grandes potencias. La Guerra Fría ya no era el único conflicto y el Tercer Mundo dejó de ser un mero peón en el ajedrez global. La atroz guerra de Vietnam fue el último drama de la gran confrontación total. Las demás, en África y América Latina, serían locales manipuladas desde lejos por las dos ideologías predominantes.
Entretanto en México se intentaba consolidar la tarea que había iniciado Madero en 1910. El proceso sufrió desviaciones que lo jalaban fuera de curso hacia la corrupción de intereses personales. La terquedad que provocó la sangrienta persecución religiosa hirió profundamente los sentimientos del pueblo e interrumpió el progreso por casi diez años.
Se daba el tránsito de un México de actitud defensiva de la primera parte del siglo, a otro de estilo afirmativo en el que se trataba de fortalecer la economía y la identidad.
La transformación del país que se dio durante la destacada trayectoria de Pedro Ojeda, consistió en pasar de una época definida por una democracia controlada por el partido oficial del que él, por cierto, fue presidente. El sistema fue estudiado por muchos politólogos que quisieron encontrar en él la cuadratura del antagónico círculo de orden y libertad. El pragmatismo del PRI prevaleció hasta que las fuerzas sociales que venía controlando lo reventaron por dentro. A finales del Siglo XX, al igual de lo que sucedió en 1910, las compuertas volvían a ser forzadas y los amarres se rompieron.
La insistencia democratizadora del PAN, sumada a los brotes cada vez más vehementes de la izquierda, al lado de la creciente inoperancia de las organizaciones priistas de manejo de masas reventó las exclusas del oficialismo. La presión ciudadana ahora sí fue capaz de abrir los cauces democráticos que se había intentado infructuosamente en 1910. Ahora, la transformación política se fundía por fin con el desarrollo. En 1997 se cambia el signo de la correlación política en la Cámara de Diputados quedando el PRI sin la mayoría. En sólo tres años, al rayar el siglo XXI, se completó la faena democrática con el triunfo indiscutido del PAN en las elecciones presidenciales de 2000.
El rescate nacional se emprende de inmediato para limpiar el sistema político de las rémoras acumuladas de la corrupción y liberar a la población de los daños provocados por la acción cada vez más evidente del crimen organizado. Por otra parte, la ideologización de la enseñanza pública, primero liberal, heredada del siglo XIX, pasando por una fiebre socialista, remató con la utilización en la segunda mitad del XX como crudo aparato electoral. La tarea correctiva está aún pendiente.
Desde 1950 cuando la generación "Medio Siglo" entró a la Facultad de Derecho, la explosión demográfica añadió nada menos que tres tantos de la población de 25 millones de entonces. Para el año 2000 el 75% de los mexicanos sufriría serias deficiencias educativas sin capacitación para enfrentar las consecuencias del crecimiento urbano y las exigencias de los nuevos retos del desarrollo económico y tecnológico.
En 2013 los primeros pasos de la restauración del PRI parecen alejarse de los vicios del viejo régimen. Los avances en las instituciones políticoelectoral y la financiera que el PAN le hereda y le sirven de firme plataforma de acción.
Los hechos de los que la generación 50 fue testigo y protagonista y a la que perteneció Pedro Ojeda Paullada, son la base para proseguir en la marcha del país. Las faltas y los errores de ese medio siglo y que todos conocemos, también sirven de sustento para madurar.
Más vale no olvidarlos.
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