En la última semana de marzo dos periódicos estadounidenses se ocuparon de México. The New York Times con un artículo titulado "El nuevo líder aprovecha el descontento para impulsar su agenda de cambios", y The Washington Post con un editorial que su consejo tituló "El gran acuerdo de México". Ambos analizaron los primeros meses de Enrique Peña Nieto, y se unieron a otros medios internacionales que han hecho diagnósticos sobre el nuevo gobierno.
El País, que se anuncia como "el diario global en español", ha dedicado buena parte de su "Nueva Edición América" a cubrir en forma casi diaria y favorable el sexenio de EPN. Y The Economist, la revista inglesa que siguió al presidente durante su campaña, publicó hace días un artículo titulado "El comienzo prometedor de Peña".
Tras 70 mil muertos, 30 mil desaparecidos, los colgados de los puentes y las cabezas que no cesan de rodar desde 2006, regresamos a la prensa mundial con un presidente que nos presenta con una nueva identidad. Sin quitar el dedo del renglón sobre la inseguridad, el Ejecutivo abandonó el espejismo de la solución militar y se dedicó a forjar alianzas y publicar leyes.
Pidió un año de plazo para resolver la inseguridad, y el poeta Javier Sicilia le contestó a nombre de todos: "se vale darle un año al Presidente", sentenció, mientras cabalgaba contra el molino de viento de la Estela de Luz, para convertirla en memorial de las víctimas de la guerra civil de Felipe Calderón.
The New York Times no le da a Peña Nieto el beneficio de la duda. Dice que aprovechó el descontento general para impulsar sus cambios. Pero eso no lo convierte en un reformador de ocasión, porque resulta claro que llegó armado de un calendario apremiante, una agenda puntual, y apoyado por un equipo capaz de ejecutarla. El periódico utilizó como ejemplo del descontento general un tema trivial: la telefonía celular, donde "no existe un solo usuario sin quejas". ¡Como si el presidente estuviese promoviendo sus históricos cambios para traer justicia a los atribulados usuarios de Telcel!
El diario neoyorquino no cree que las reformas vayan a entrar en vigor, "por nuestra larga tradición de leyes que son finalmente diluidas o no cumplidas". Y con eso se adelantó a las negociaciones que los gobernadores de Guerrero y Oaxaca sostienen como rehenes de los delirantes maestros malhechores.
The Washington Post es más positivo. Ve a Peña Nieto como un precursor; logrando acuerdos históricos, rompiendo barreras y destrabando el impasse del Congreso; mostrando que una verdadera democracia puede resolverlo todo. Ambos diarios aprobaron el "show de fuerza" desplegado contra la exlideresa de la educación. Y al referirse a los inusitados acuerdos políticos logrados por EPN, The Washington Post concluyó que "Washington debería tomarlo de ejemplo".
Consciente de que Peña Nieto ha logrado mucho en cuatro meses, The Economist se detiene en el Pacto por México. Y sin referirse a los partidos que lo forman le da crédito a la oposición. Está de acuerdo con que los monopolios han detenido el progreso, y acepta que la reforma educativa será el vehículo para quitarle el monopolio a los maestros. La revista inglesa habló sobre la nueva ley de amparo: "Un recurso que utilizaban los ricos y poderosos para bloquear medidas legislativas y regulatorias". Describe a EPN como un presidente que ejerce el poder con más firmeza que sus dos antecesores.
Pero no todo es miel sobre hojuelas. CNN mostró a siete desconocidos sentados en sillones de plástico en un parque de Uruapan. Parecía que disfrutaban la noche en espera de la primavera, sólo que algunos mostraban mensajes clavados en el pecho con un picahielos.
Sobre los grupos de autodefensa, CNN citó al doctor Mondragón declarando tranquilo que investigan "quiénes son, cuántos son y qué tipo de armamento utilizan". Pero hoy policía comunitaria armada marcha contra la reforma educativa en Guerrero. Eso es insurrección.
http://jorgecamil.com
Analista politico