La visita de trabajo del presidente Barack Obama a México a partir del 2 de mayo es el reconocimiento de la importancia que Estados Unidos otorga a la relación con México y su presidente Enrique Peña Nieto. Se trata del segundo viaje internacional de Obama en su segundo periodo. Pero sobre todo representa la posibilidad de redimensionar la agenda de la relación bilateral que durante los años de Calderón fue prácticamente monotemática, centrada en los temas de violencia y narcotráfico, dejando de lado el tema de la migración, minusvalorando la relación económica y comercial, olvidando temas fundamentales como el del agua, el energético, el de la colaboración amplia entre dos países tan asimétricos como interdependientes.
La agenda que se prepara incluye temas como la migración, la seguridad, las relaciones económicas, el intercambio energético. Se abre una oportunidad única al inicio del mandato del presidente Peña de redimensionar temas de la relación bilateral de interés nacional. Es de suponerse que la Casa Blanca valora la relación con México, un país que avanza en diversos terrenos, pero sobre todo que tiene una perspectiva de recuperación de su crecimiento económico.
La llegada de Obama a México tendrá lugar en plena discusión de la reforma migratoria en el Congreso estadounidense, un tema central que se comprometió a sacar adelante en los primeros meses de su segundo mandato. Hoy por hoy la reforma migratoria avanza en dos terrenos: el primero en el Congreso, pues el Senado construye ya una iniciativa bipartidaria encabezada por ocho senadores republicanos y demócratas. Paralelamente se observa lo que pareciera un cambio de fondo en la opinión pública estadounidense: más de 70% de la población apoya una reforma migratoria que legalice la situación de los 11 millones de inmigrantes indocumentados. El creciente apoyo a una reforma migratoria integral puede abrir el camino hacia la legalización y probablemente a la ciudadanía de los indocumentados.
La encuesta presentada por el Pew Hispanic Center, esta semana, señala que 71% aprueba que los inmigrantes sin papeles puedan regularizar su situación, mientras que sólo 27% estaría en contra. Significativo resulta que dos terceras partes de los blancos, 80% de los hispanos y 82% de los afroamericanos apoyen un proyecto de legalización de indocumentados, se trata de un apoyo interracial. Y no sólo eso, 38% de los republicanos frente a casi la mitad de los demócratas apoya un camino hacia la eventual ciudadanía. Claro que entre muchos republicanos suele prevalecer la idea de que los inmigrantes son una carga pública y roban empleos a los estadounidenses.
Entre los temas que abordarán los presidentes de Estados Unidos y México destaca el de las relaciones económicas y comerciales: 80% de las exportaciones mexicanas van a EU y 40% de las exportaciones de Estados Unidos tienen mano de obra mexicana. Estará sobre la mesa también el tema energético, en el que habrá grandes cambios en poco tiempo, por lo que se prevé una reducción de las importaciones de petróleo por parte de la Unión Americana. Y naturalmente el de la seguridad fronteriza en el que es posible una mejor colaboración que responda a los intereses también de México.
La relación entre México y Estados Unidos es única en el mundo: dos países con una frontera de más de 3 mil kilómetros, vecinos asimétricos en materia de desarrollo; relación económica y comercial interdependiente; más de 30 millones de mexicanos de origen viven en Estados Unidos; 14 pares de ciudades hermanas a ambos lados de la frontera; interdependencia en materia de seguridad fronteriza; relación energética fundamental que está cambiando; interdependencia medioambiental a ambos lados de la frontera; generación de electricidad en la zona fronteriza; distribución del agua de ríos en frontera… Una brevísima mirada a una relación multidimensional y compleja muestra una relación estratégica.
La visita de Obama a México manifiesta la prioridad que le otorga a este país. Muchos de los temas de la agenda son de los dos países, tienen componentes de política interior, no pocos son también regionales. Habría que comenzar a redibujar el mapa de las relaciones de EU con Centroamérica y América Latina a partir de la frontera con México. La relación bilateral es también la de socios estratégicos continentales.
(Periodista y analista de temas internacionales)