La prestigiada escritora inglesa Agatha Christie, con preclara sabiduría afirmó: "Lo más razonable que se ha dicho sobre el matrimonio y sobre la soltería es esto: hagas lo que hagas…¡te arrepentirás!"
Lo que el viejo Filósofo ha aprendido de los abuelos, es que entre el primer grito al nacer y el último aliento al morir, hagas que tu vida sea una obra espectacular, a grado tal que no te arrepientas de haber fallado, de haberte equivocado, porque con el error y el fracaso, llega siempre una lección… una enseñanza.
Y la lección primaria es que la vida es un regalo Divino, en la que hay que aprender a enfrentar los miedos y a controlar el ego, que es esa herencia de argentino que todos llevamos dentro.
Había en Güémez un experimentado cazador, que sacaba fiado el mandado en el tendajo de Don Cleofas, pagaba con las pieles que él mismo curtía de los animales que cazaba. "Cierto día llegó al negocio y después de los saludos de rigor, empezó a pedir al tendero:
-Me das cuatro cuadernos de cuadro chico, cuatro de cuadro grande, cuatro de doble raya, dos pares de tenis, dos uniformes pa' la primaria, dos mochilas, dos pares de zapatos negros… -y así fue solicitando al tendero, uno a uno los artículos que requería, pasando por el mandado de la casa, no podía faltar un litro de mezcal San Carlos, pa' enjugar sus penas.
Una vez que el abarrotero hubo cumplido con la amplia lista de requerimientos, el cazador empezó a guardarlos cuidadosamente en dos grandes bolsas de nylon; al mismo tiempo que Don Cleofas sumaba meticulosamente en su cuaderno, artículo por artículo para hacer la cuenta:
-Son $2,525 -dijo el tendero volviéndose a instalar el lápiz en la oreja derecha.
-Ahí anótamelos en la cuenta -respondió el afamado cazador.
-¡Claro que no 'abrón!, tiene seis meses que no me abonas lo que debes, ya ni siquiera me has traído cueros curtidos de los animales que cazas.
-Cleofas, tú bien sabes que he estado malo de la rabadilla y no he podido salir de cacería, pero ya me estoy mejorando con el linimento que me vendió Doña Margarita en la Botica Popular.
- ¡Pues no te llevas nada hasta que me abones! -exclamó enérgico el tendero.
-No seas así, sabes que no soy mala paga; hoy mismo llegando al ejido salgo de cacería, pa' matar algunos animales e inmediatamente vuelvo a traerte cueros curtidos.
-Bueno, está bien. -aceptó a regañadientes el abarrotero, despidiéndose amistosamente del acendrado cazador, mismo que partió a pie rumbo al ejido.
La tarde languidecía haciendo de la despedida del astro rey, un evento singular, ocasión que el cazador aprovechó para quitar el olote de la botella de vidrio y gozar de unos tragos del exquisito mezcal de San Carlos, que lleno de perlas dejaba en claro su buena calidad.
De repente en el monte empezó a sonar como sinfonía, un aulladero interminable de coyotes: "aaaauuuuu, aaaauuuuu, aaaauuuuuuuuu" -el diestro cazador, escuchando tal concordancia animal, sólo pudo exclamar:
- ¡Hijos de la tiznada… si supieran que ya los tengo comprometidos!"
Bueno, po's igual le pasa a este viejo Filósofo: ¡estoy bien comprometido!, en el trabajo de la cultura popular de mi tierra, en el rescate de ese excepcional patrimonio intangible del norteño… que es el humor.
El universo se crea y está escrito en un mundo de símbolos: el lenguaje, los números, la comunicación, creado por el hombre, para darle sentido a la vida. El dinero simboliza una energía que el cosmos te devuelve por el talento que con tu labor demuestras; saludar es un símbolo de bienestar; la sonrisa es un símbolo universal de bien aventuranza, de paz interna, de alegría en el corazón, de armonía con la naturaleza.
A propósito, se detiene el microbús y una joven llena de voluptuosa sexualidad, se da cuenta de que su minifalda era tan corta, que le impedía subir. Apenada sonríe al chofer, se lleva la mano hacia atrás, baja un poco el cierre, pensando que tal vez eso ayudaría. Intenta subir, pero no puede. Apenada, baja un poco más el cierre, intenta sin éxito subir al micro. Casi llorando de la vergüenza bajó todo el cierre y de nuevo no pudo subir al microbús.
Entonces un pela'o que estaba detrás de ella, con ambas manos la empujo por las pompis para subirla. Ella furiosa, se volvió hacia el pela'o gritándole:
-¡Estúpido! ¿Cómo se atreve a tocarme? ¡Yo ni lo conozco!
El hombre apenado le dice:
- Bueno, señorita, nunca hago eso, pero después de que usted me bajó 3 veces la bragueta… ¡pensé que simbolizaba que ya éramos amigos!
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