FOTOGRAFÍA tomada el 30 de octubre de 1987, en la Alameda Zaragoza de Torreón, Coah., de izquierda a derecha: José León Robles de la Torre, Lic. Manlio Fabio Gómez Uranga, presidente municipal, y el Lic. Federico Elizondo Saucedo, el día en que se develó su busto en bronce, en la Calzada de los Escritores Laguneros, en la Alameda Zaragoza de Torreón.
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VIDA Y OBRA CULTURAL DEL LIC. FEDERICO ELIZONDO SAUCEDO
Los siguientes textos fueron tomados de mi libro inédito: "Bustos en Bronce y otros más, en la Calzada de los Escritores, Alameda Zaragoza de Torreón, Coah.", como sigue:
"...Continuando... comencemos por ordenar la secuencia de algunos acontecimientos a partir de 1948. Ante el desbordado entusiasmo que mostraban los grupos literarios-Liceo de La Laguna y Ateneo de Torreón- que se interesaban por realizar eventos artísticos y educacionales-publicación de revistas, conferencias, recitales, exposiciones pictóricas, etc.- y el empuje de la Asociación de Conciertos de La Laguna y la tosudez del búdico Chato Gómez en la EXTB, que se preocupaban por fomentar los conciertos mediante la contratación de los más destacados artistas extranjeros y nacionales, ebullía el Torreón amado en anclas de incrementar los actos culturales.
Tales necesidades y requerimientos eran comentados en las diversas peñas cafeteriles con tendencias literarias. En el café del Hotel Elvira (hoy Palacio Real) solían reunirse, entre otros Pablo C. Moreno, Robles de la Torre, Emilio Rodríguez Lobo, a veces Carlos Lira, don Aureliano Rodríguez -padre del extraordinario poeta Álvaro Rodríguez Villarreal, que también caía por allí de cuando en cuando- y a ellos nos agregábamos Vizcaíno y yo con frecuencia.
"En el Apolo calentaban los asientos Antonio Flores Ramírez, Rafael del Río, Magda Briones, en ocasiones y, durante una temporada, el insustituible Félix Payrrallo".
"A los Globos acudían el Chato Gómez, su inseparable Navarrete, Enrique Mesta, Madame del Barrio".
"Por las tardes, en Tome y Pague, aparecían don Aureliano, don Juan Gabino, Rodríguez Lobo, Vizcaíno, Pepe Rodríguez, el Chato Gómez (Pablo C. Moreno y el autor de este artículo), a veces Sánchez Matamoros y Mesta.
"Díaz Durán y yo, amén de algún invitado especial, como Méndez Somará, Carlitos Vázquez y Pedro Garfias, cuando recalaban en Torreón.
"Si bien deseábamos hacer algo, surgían problemas para aglutinarnos: dos grupos, como se expresó arriba, con discrepancias ideológicas, intereses contrarios en cuanto a qué era lo más importante por realizar, con ocupaciones discímbolas y mediando incluso diferencias personales arraigadas, se movían indistintamente. Pero había un motivo importante para unificarlos y se logró. Torreón merecía el esfuerzo de que se canalizasen las voluntades hacia objetivos comunes.
El imperturbable Chato Gómez, Mesta, Vizcaíno y yo, planeábamos orientar esas inquietudes, aprovechar las fuerzas y organizar la dispersión. Reunidos en las oficinas del Chato formulamos algunos puntos de arranque: integrar un solo grupo y dotarlo de un órgano de expresión que se constituyera en espejo de la cultura regional. Y se inició la tarea de reunir en un haz a los interesados en los achaques intelectuales.
"Se visitaron las peñas cafeteriles y a los que trabajaban como Emilio Herrera, Díaz Durán, Sánchez de la Fuente, Rodríguez Villarreal, para constituir ese grupo heterogéneo, en ocupaciones y tendencias u homogéneo en idealizaciones e intereses culturales; y así surgió el "Ateneo Lagunero", en contra la opinión de algunos escépticos, no fue un grupo más de puro Marbete. Para lograrlo se citó a los integrantes de ambos grupos en alguna de las librerías, supongo que en la de CASAN, aunque pudo haber sido la de FAEDO, y afortunadamente los pioneros que, como quiera que se habían abierto la brecha y señalado las necesidades, estuvieron conformes".
"Y, ¿la revista? Consideramos Mesta, Rafael, Chato Gómez, Vizcaíno y yo- que si nos sujetábamos a constantes juntas con los miembros del Ateneo Lagunero, no conseguiríamos un acuerdo unánime por la discrepancia de opiniones y nos aventamos a la brava, según aconsejó el Chato.
"Problemas: ¿cómo llamarla? si era indispensable una reunión, pero cuando se hubieran resuelto: punto No. 1.- Dónde se imprimiría; 2.- Su formato; 3.- La esencia de su contenido y 4.- Cómo la pagaríamos.
"Los dos primeros puntos los resolvió Mesta. La compañía "La Editorial Guerrero -con nosotros Vizcaíno-, habiendo preparado Enrique un formato de media carta y con 48 páginas, y obtuvimos un presupuesto y las condiciones del trabajo; -el tercer punto se conjuró con ayuda de Rafael del Río y, desde luego, con la colaboración de quienes de hecho formarían el Consejo Editorial: Sánchez de la Fuente, Díaz Durán, Pablo C. Moreno, Flores Ramírez, Emilio Herrera y además, Mesta, Sánchez Matamoros, Vizcaíno y yo".