Encuentro. El Papa Benedicto XVI saluda a la embajadora sueca, Ulla Gudmundson.
El Papa Benedicto XVI instó ayer combatir el crimen, la corrupción, las drogas y la pobreza en América Latina mediante la educación, al recibir a más de 150 embajadores del mundo acreditados ante la Santa Sede.
En su encuentro anual con los miembros del cuerpo diplomático, en el Palacio Apostólico del Vaticano, el pontífice pasó revista a los principales desafíos de la política internacional y a la construcción de la paz entre las naciones.
Aseguró que invertir en la educación en los países en vías de desarrollo de Latinoamérica significa ayudarles a vencer la pobreza y las enfermedades, así como a establecer sistemas de derechos equitativos y respetuosos de la dignidad humana.
Sostuvo que para establecer la justicia, no basta con buenos modelos económicos, aunque sean necesarios, ya que la justicia solamente se realiza si hay personas justas."Construir la paz significa, por consiguiente, educar a los individuos a combatir la corrupción, la criminalidad, la producción y el tráfico de drogas, así como a evitar divisiones y tensiones, que amenazan con debilitar la sociedad, obstaculizando el desarrollo y la convivencia pacífica", añadió.
Una vez más recordó su viaje apostólico a México y Cuba, el cual -dijo- fue una "ocasión privilegiada para fortalecer el compromiso cívico de los cristianos en esos países, así como para promover la dignidad de la persona humana y los fundamentos de la paz". A lo largo de su discurso, pronunciado en francés, advirtió que la paz social está amenazada también por "ciertos" atentados contra la libertad religiosa, en los cuales se busca marginar a la religión de la vida social o se muestra intolerancia o incluso violencia contra personas, símbolos de identidad e instituciones religiosas.
Denunció que, en ocasiones, se llega al extremo de impedir a los creyentes, especialmente a los cristianos, contribuir al bien común a través de sus instituciones educativas y asistenciales.
"Para salvaguardar efectivamente el ejercicio de la libertad religiosa es esencial además respetar el derecho a la objeción de conciencia. Son como los muros de carga de toda sociedad que desea ser verdaderamente libre y democrática", indicó.
"Por consiguiente, prohibir, en nombre de la libertad y el pluralismo, la objeción de conciencia individual e institucional, abriría por el contrario las puertas a la intolerancia y a la nivelación forzada", apuntó. Dijo que en una crisis económica como la actual no se dejen en un segundo plano y se combatan las crecientes diferencias sociales "entre unos pocos, cada vez más ricos, y unos muchos, irremediablemente cada vez más pobres".
Si preocupan las diferencias en los tipos de interés a los que se financian los Estados, "también debería despertar preocupación la creciente diferencia" entre ricos y pobres, afirmó el pontífice en su discurso dirigido al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede con motivo del Año Nuevo.
Y agregó: "Se trata de no resignarse a la prima de riesgo del bienestar social, mientras se combate la de las finanzas".